Muchas de nuestras protagonistas favoritas de la ficción eran mujeres independientes, luchadoras y que vivían en un apartamento muy luminoso con decoración underground en el bajo Manhattan. De vuelta a la realidad, nos vemos viviendo solas en las afueras de cualquier ciudad, en un cuarto sin ascensor y en un piso de 20 metros cuadrados. Poco a poco nos vamos adaptando a este espacio y lo que antes nos agobiaba, ahora se ha convertido en un piso muy coqueto y acogedor. Ahora sí, tu vida se parece más a la de ellas:
1. ¿De dónde salen tantas facturas?
'Pero, ¿quién pagaba antes todo esto?' '¿De verdad esto también tengo que pagarlo?' '¿La comunidad no entra dentro del alquiler?' 'Otra vez aquí la factura de la luz...'. Estas son, entre otras muchas, algunas de las frases que indican que has entrado por la puerta grande en la vida adulta...
2. O te vuelves muy ordenada o el desastre se apodera de ti
Así es. Cuando una comienza su vida independiente pueden ocurrir dos cosas: o tu vida se vuelve un absoluto caos o, por el contrario, aprendes a ordenar al milímetro todo lo que te rodea.
3. Conoces a los repartidores de comida japonesa, china, al de la pizzería...
Al final la pereza se apodera de ti en cinco de las siete cenas que haces a la semana. Por eso, el repartidor de comida sabe ya de memoria cuál es tu piso y que tu pizza es la que tiene doble ración de queso...
4. Prohibido levantarse en mitad de la noche
Tus miedos de la infancia vuelven a ti multiplicados por 100. Las sombras del pasillo a media noche o esos ruidos inexplicables te hacen no salir de tu habitación hasta que llega la luz del día. De hecho, te tapas tanto que apenas puedes respirar...
5. Netflix se convierte en un imprescindible de tus noches
No hay una forma mejor de acabar el día que enganchándote a una de las series de moda que te propone Netflix, ese compañero fiel que nunca te falla.
6. Te conviertes en una organizadora nata de fiestas
Casi sin saber cómo, tu casa se habrá convertido en el mejor lugar para organizar una fiesta con amigos. Algunas veces eso está bien pero otras...
7. IKEA es tu segunda casa
Es normal. Ese primer momento en el que empiezas a amueblar la casa, todo parece fantástico y, de repente, tienes muchas ganas de llenar tu hogar de muebles y decoración personalizada. Te conoces los pasillos de IKEA y los nombres suecos de los muebles mejor que la palma de tu mano.
8. Descubres algunas habilidades que desconocías
Cuando te vas a vivir sola, de repente tienes que hacer muchas cosas por ti misma que antes eran labor de otra persona. Por eso, es el momento de que descubras tu talento oculto. Puede ser la decoración o una mano excepcional para las plantas.
9. Te conoces al pie de la letra la sección de congelados del súper
Nada de las verduras frescas, la pescadería o la charcutería. ¿Quién sabe pedir cantidades en gramos? Para ti no hay nada más sencillo y cómodo que darte un par de paseos por el pasillo de congelados del supermercado y arrasar. De hecho, podrás subsistir durante semanas sin consumir ni un solo producto fresco. Duro pero cierto.
10. Se apoderará de ti una sensación de libertad maravillosa
Puede que al principio encuentres más de un problema pero una vez que te adaptas a esta vida, conseguirás ser tan feliz...
LETTER
Y además
¡Eres una pesada pero te quiero! 30 cosas que solo entenderás si tienes una hermana
Las 10 frases que nunca debes decirle a una amiga que está triste