¿Recuerdas la ilusión con la que organizabas tus cumpleaños cuando eras una niña? Mackenzie estaba deseosa de cumplir 10 años y organizar una fiesta por todo lo alto. Sin embargo, cuando comenzó a repartir las invitaciones entre sus compañeros de clase, descubrió que nadie quería acompañarla en este día tan especial, algo que la entristeció profundamente.
La niña padece una enfermedad rara denominada Síndrome de Sotos que se caracteriza por un aumento de talla, bajo tono muscular, una cabeza demasiado grande para su edad y retraso en el desarrollo motor, cognitivo y social. A pesar de su enfermedad y el rechazo de los niños, la madre de Mackenzie no estaba dispuesta a que su hija no tuviese la fiesta que se merece y decidió escribir un post a Facebook en el que contaba su situación.
La respuesta fue inmediata: 700 personas acudieron al cumpleaños de la menor con regalos, dulces, una enorme tarta, pancartas, disfraces y mucha ilusión por ver feliz a la pequeña. Además, el alcalde del pueblo declaró el 18 de abril como el Día de Mackenzie para que nunca más se sienta sola en el día de su cumpleaños.
Ante estas situaciones nos preguntamos por qué no educamos a los niños para evitar estas situaciones de discriminación. Aunque en el caso de Mackenzie la pequeña pudo disfrutar de la fiesta de sus sueños, ¿por qué necesitamos recurrir a este tipo de acciones para evitar la marginación? Una historia que nos invita a reflexionar sobre los valores que les inculcamos a los más pequeños.
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