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Lo comido por lo vestido

por Redacción Joyce ,
Lo comido por lo vestido© Fulvio Bonavia

En un mundo de apariencias y apetitos desenfrenados como el nuestro, ¿se imaginan futuro más glamouroso para sardinas, higos o alcachofas que brillar como iconos de la moda? El renombrado fotógrafo italiano Fulvio Bonavia ha creado una serie de imágenes en las que une moda y gastronomía.

Ejercicios de estilo culinario. Moda comestible. Dijo una vez Louis Isadore Kahn que “hasta un ladrillo sueña con convertirse en algo”. No le faltaba razón.

Te presentamos variadas y geniales reencarnaciones, imágenes todas ellas que pertenecen al libro A Matter of Taste (Una cuestión de Sabor) del italiano Fulvio Bonavia, todo un viaje estético y eminentemente crítico alumbrado en plena introspección del artista: “Cuando me siento más sociable, casi expansivo, prefiero fotografiar a gente”, confiesa. “El resto del tiempo, como en la composición de este libro, me entrego a la soledad”.

Raspberry Bag © Fulvio Bonavia
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Famoso por sus campañas para Adidas, Heineken, Swatch, BMW, Audi o Amnistía Internacional, este antiguo diseñador gráfico e ilustrador de carteles para películas de cine vio su mundo cambiar hace unos años. “Las transformaciones radicales de la tecnología me llevaron poco a poco a variar mis herramientas de trabajo. Me sentí empujado hacia el arte digital. Un buen día, quizá por diversión, comencé a manipular y desmontar imágenes de otros creadores, y esa curiosidad me llevó a ser fotógrafo”.

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Entre sus maestros, dos genios. En primer lugar Helmut Newton, con idéntica pasión por el color blanco, tan importante en sus imágenes como el propio objeto: “me gusta el espacio vacío. Me gusta trabajar la silueta. A menudo pongo mis imágenes cabeza abajo para ver cómo funcionan”. “Llámame nostálgico”, dice, “pero echo de menos mi cámara analógica de gran formato, en la que solía ver las imágenes al revés”. En segundo lugar Irving Penn, cuyas naturalezas muertas tienen un vínculo evidente con A Matter of Taste: “Cuando empezó a interesarme la fotografía, el primer libro que compré fue su obra Passage. Es una influencia palpable en mi trabajo”.

La pasión de Bonavia por la gastronomía, su admiracion por la naturaleza y su relación profesional con la moda se entrelazan en este proyecto. “Como con cualquier otro trabajo creativo, admiro las producciones de moda”, explica. Y añade: “me gusta la comida en todas sus formas. Un buen día entendí que si mezclas esos dos universos puedes crear obras maestras”. Su primera herramienta es la imaginación, la ecuación de las formas, los parecidos razonables, los bocetos como base de una pirámide afilada a golpe de ingenio. “En ocasiones la inspiración viene de los accesorios de moda, otras veces de las formas de la comida. No existen reglas. Por otro lado pienso que mi pasado como ilustrador y el hecho de retocar personalmente mis imágenes me hace sensible a cada detalle. También ser el maestro del proceso, desde el germen de la idea hasta la selección personal de cada objeto gastronómico. Ordenar las piezas de la mejor manera, yo mismo, y luego disparar sin intermediarios es fundamental para que el resultado sea perfecto”. La armonía salta a la vista. No se conformen con este artículo,en la web del artista fulviobonavia.com encontrarán la colección al completo y en todo su esplendor, empezando por un bolso de grosellas deliciosamente icónico, y pasando por un gorro invernal de coliflor, un bolso de brócoli, unas botas de arroz y ajo, un cinturón de pasta italiana, una sortija de prosciutto, anillos de tentáculo de pulpo y huevas... Bocados de temporada y sin embargo a salvo de la caducidad de la moda. Y lo que es más importante: “imposibles de llevar” al igual que numerosas creaciones millonarias y prendas de desfiles.

“Quería elevar la comida al mismo nivel de seducción que los accesorios de moda... Crear objetos de deseo que nadie pudiera ponerse”. Atracción, imposibilidad, caducidad, ensueño, irrealidad... Mucho más que simples piruetas intelectuales convertidas en imagen. “El razonamiento está detrás, pero la mayoría de las veces sólo trato de crear emociones”. Algo que se agradece en una época en la que el ser humano se expone al mayor bombardeo indiscriminado de imágenes de la historia, que buscan interpelarnos, seducirnos, ofendernos, conmovernos, “¿Demasiadas imágenes?”, se pregunta a sí mismo. “Desde luego que sí. Por eso las ideas son cada vez más importantes. Hacer una foto bonita ya no basta ni para ser reconocible”.

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