Es el escaparate perfecto de la firma de moda de su madre, conoce mejor que nadie su identidad y actualmente se encarga de dirigir las relaciones internacionales de la misma. Hasta ahí todo muy bien, trabaja para su madre, conoce y admira la firma, pero hay momentos en la vida de cualquier persona en el que los corazones, las nubes y los arcoíris sobran.
© Gtresonline
Cósima Ramírez derrocha simpatía allá por donde pasa, es una jovencita muy alegre a la que le encanta vestir con ropa divertida y jugar con los colores. A pesar de que las prendas de Agatha Ruíz de la Prada nos parecen complicadas y demasiado excéntricas, cuando vemos Cósima vestida con total looks nos entran ganas de comprar alguna cosa y volvernos un poco Agatos (así llamo yo a sus seguidores).
Esta semana y durante la inauguración de ARCO en Madrid, Cósima apareció con un vestido con falda en forma de paraguas, un corazón en el top, medias mostaza y sandalias multicolor. Un clásico de la firma digno de exponerse pero que jamás debería llevarse a la calle. La hija de la diseñadora tiene un empacho de optimismo.
Aplaudimos que hagan moda diferente, que sean ese Jeremy Scott español que necesita cualquier semana de la moda de un país, pero les pedimos cabeza y un respiro. Las estrategias de puro marketing pueden llegar a cansar, aburrir y por lo tanto ser perjudiciales. Nos encantaría ver a Cósima combinando prendas de otros diseñadores con algunas de Agatha y viceversa. No más total looks por favor y sí a las sonrisas y optimismo de la marca. Porque como decimos siempre, todo en su justa medida es bueno.
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