¿Por qué un loto?
El origen de la denominación de dicha postura está en la posición del loto que practica el hombre y que es tan conocida en la disciplina del yoga. En el Kamasutra a esta postura se la conoce como “la unión de la diosa”. Además, hace referencia a una pareja de divinidades del tantra tibetano llamada Yab Yum que personifica los principios masculinos y femeninos. Dicha pareja se representa a menudo mediante la posición de la unión del loto para simbolizar la conexión de ambos principios.
¿Cómo se practica?
El hombre se sienta con las piernas cruzadas, con los tobillos entre las piernas o en cuclillas. La mujer se sienta encima de él, mirándolo a la cara, con las piernas alrededor de su cintura y apoyando los pies contra sus nalgas. Cuando están bien anclados el uno al otro, el hombre penetra a la mujer. Ambos amantes se balancean con suavidad hacia adelante y hacia atrás, de ahí la otra denominación de esta postura “el loto basculante”. Cuando se está a punto de alcanzar el orgasmo es momento de acelerar el ritmo. La mujer balancea la pelvis adelante y atrás. El hombre sólo tiene que seguir sus movimientos.
Pequeños consejos técnicos
Balanceando la pelvis hacia atrás, la mujer contrae el perineo mientras inspira; al expirar, relaja los músculos y se balancea hacia adelante. La vagina se cierra alrededor del pene y experimenta sensaciones el doble de intensas. Es la postura perfecta para los amantes del yoga, pues hay que sincronizar la respiración así como los movimientos para hacer de ellos sólo uno. Sólo requiere una condición: ¡entenderse bien! En este caso, los masajes y la música zen son excelentes preliminares. Para apreciar esta postura al cien por cien es necesario contar con una buena condición física y un mínimo de flexibilidad.
Lo mejor de esta postura
>La gran ventaja es que proporciona uno de los contactos más sensuales entre dos cuerpos. Los amantes pueden besarse, acariciarse, mezclar sus alientos. Es un cara a cara muy íntimo y tierno que puede prolongarse tanto como se desee antes de la penetración. Además, el hombre puede acariciar los senos de la mujer mientras ella desliza su mano sobre el pene. A lo largo del momento sexual, ambos pueden aprovechar visualmente el goce del otro, algo que sólo hace que aumentar el placer.
>La penetración es mucho más fácil porque la vagina se dilata de un modo natural.
De la mano para alcanzar el orgasmo
Los dos amantes están activos y controlan juntos el ritmo de las penetraciones. Aunque a priori parece que la mujer es la que domina la situación, el hombre puede ayudarla a realizar los movimientos colocando sus manos en las nalgas de ella. También puede cogerla por la cintura o hacer un poco de presión sobre las nalgas para ayudar a que se balancee. Para balancear la pelvis, el hombre colabora subiendo y bajando las rodillas e intensifica así los frotamientos vaginales para que ella obtenga el máximo de placer y alcance el orgasmo con más facilidad.
Otra versión: ella acerca una de sus piernas a él pero la otra la mantiene levantada, apoyándose sobre una mano. Es un modo de hacer variar la tensión de la vagina sobre el pene y, al mismo tiempo, multiplicar las voluptuosas sensaciones de los amantes.
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