A menudo, estando en una relación de pareja, surgen situaciones de posesión y también momentos en los que nos sentimos dependientes de la otra persona. Saber encontrar el equilibrio entre lo que ofrecemos y lo que recibimos es la clave para establecer vínculos afectivos satisfactorios. Sentirnos a gusto y realizados bajo el paragüas protector que supone la vida en pareja nos puede llegar a inmunizar del desamparo existencial que todos alguna vez somos susceptibles de padecer. Sin embargo, el hecho de tener una relación no presupone per se un modo de vida sano, sino que debe existir libertad de elección en lugar de una inducción limitativa creada a base de chantaje emocional.
En ocasiones, el otro se ve impelido a "seguir" porque le ofrecemos todo, renunciando a las propias necesidades personales, por el mal entendido y arraigado pensamiento de que "cuanto más dé, más me van a querer". No hay nada más alejado del amor y de la entrega mutua que el anularse a uno mismo endeudando emocionalmente a la otra persona imponiéndole una desagradable carga, ya que a nadie le gusta tener cuentas pendientes, mucho menos las afectivas.
Dar más de lo que recibimos
En la génesis de esta fórmula desproporcionada se encuentran dos elementos fundamentales: la falta de autoconfianza y el terror a la pérdida. El momento en que comenzamos a aplicarla, a darlo todo compulsivamente, es justamente cuando empezamos a sentir el miedo a la decepción, al abandono o a la traición.
Obviamente, esa huida hacia adelante volcándonos en la atención desmesurada no es el mejor procedimiento para combatir el miedo, ya que posiblemente agravará sus efectos. Por contra, debemos analizar y reconocer ese pavor como irracional, infundado y que no responde a una amenaza real.
7 reflexiones para ayudar a comprenderte mucho mejor
1. Contentar al otro desapareciendo una misma como persona
Si nos dedicamos sistemáticamente a conformar al otro, terminaremos creándole la sensación de que tiene ‘una deuda’ con nosotros por todo lo que le damos y esa persona acabará por alejarse. Lo importante es alcanzar un equilibrio sano entre lo que se da y lo que se recibe.
2. Mostrarse perfecta o autosuficiente y sin debilidades
No hay, afortunadamente, nadie en el mundo que sea así. Por ello, exhibir, nuestros puntos débiles y vulnerabilidades nos ayuda a nosotras mismas a ser más auténticas y, al mismo tiempo, genera un espacio donde la otra persona puede acompañarnos a transitar por los momentos difíciles desde una conexión más sincera
3. Intentar conseguir al otro a cualquier precio como si fuera un trofeo
El verdadero encuentro entre dos individuos se da desde la honestidad. Olvídate de ser feliz si piensas que las personas se consiguen por la fuerza o simplemente a base de tesón.
4. Tolerar las conductas del otro que nos causan malestar
Jamás permitas que tus principios y valores se vean vejados o menospreciados por tu pareja o por el chico que te gusta y que esa concesión se otorgue graciosamente solo porque quieres estar con él.
No poner límites al otro implica que nosotras mismas no tenemos claras nuestras propias fronteras y así nos convertimos en marionetas que todo lo aceptan, lo que dista mucho del concepto de pareja sana. Recuerda que el amor también necesita de acotaciones y de líneas no traspasables.
5. Depositar en otra persona nuestro propio bienestar
Nosotras somos responsables únicas de nuestra felicidad. Ni la mejor pareja del mundo nos la puede proporcionar. Si crees que depositando esta responsabilidad en tu pareja vas a ser más feliz es que ¡estás viviendo en el error!
6. No aceptar la propia soledad existencial
Conseguir sentirnos acompañadas de nosotras mismas y disfrutar de la capacidad de valorar la soledad nos prepara para ser, a su vez, mejores compañeras, contribuyendo a evitar relaciones posesivas que son terriblemente destructivas.
7. Relacionarnos deficientemente con nosotras mismas
Definitivamente, tener un tremendo pavor a la soledad, al hecho de encontrarse y convivir con una misma, no favorece el hallazgo de un buen vínculo afectivo. Es muy importante realizar actividades que nos permitan experimentar el placer de la individualidad y de la interacción con nuestro entorno.
Debemos alimentar nuestra autoestima y sanar nuestro cuerpo y emociones para sentirnos más felices.
Contenido elaborado en colaboración con Verónica Rodriguez Orellana, directora y terapeuta de Coaching Club
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