Tito Vilanova fue de esos hombres que evitaba hacer ruido. Nunca quiso ser protagonista de nada. Ni siquiera en los grandes momentos. Fue la sombra del mejor Barça de la historia y supo llevar el timón del club con la misma fuerza que Pep cuando muchos creyeron que sin el capitán todo se hundiría. Evitó las rivalidades, los enfrentamientos estúpidos y sólo alzó la voz cuando creyó que su amigo le había fallado.
Hace tiempo que se escondía entre las gradas del Camp Nou para ver a su equipo, pero el pasado viernes ingresaba de urgencia en la clínica Quirón de Barcelona para tratar de minimizar la dolencia que su cáncer en la glándula parótida le provocaba. Tras varios días en el hospital, el jueves saltaba la noticia a los medios: Tito estaba muy grave. Hoy, se comunicaba alrededor de 18:15 de la tarde la triste noticia de su fallecimiento.
Fue en noviembre del 2011 cuando a Tito Vilanova se le comunicaba su terrible enfermedad. Una enfermedad con la que luchó cara a cara y que le hizo entrar en quirófano poco después. No tardó en volver al trabajo pero a los pocos meses (verano del 2013), tras recaer de su enfermedad, se retiraba definitivamente.
"Creo que mis hijos aún me necesitan"
Es una de las frases más duras que Tito confesó durante su entrevista a TV3 en el mes de diciembre. Durante el Maratón Contra el Cáncer que la televisión pública catalana emitió, admitió públicamente cómo fue el momento en el que se enteró de su enfermedad y qué pensó. Y, como es lógico, esos pensamientos fueron dirigidos a su familia. Su mujer y, sobre todo, sus hijos de 15 y 18 años.
Precisamente el pequeño de ellos, Adriá, jugador del Juvenil B del F.C.Barcelona, es el que ha mostrado siempre su apoyo y ánimo a su padre en las redes sociales.
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