Tiene raza, belleza y cuerpo. Normal así que se haya convertido en una perfecta Barbie. Ataviada con el vestido que lució en su espectáculo “Esencia”, Sara Baras se ha convertido por una buena causa en la muñeca que toda niña desea ser.
Al verla, la bailaora confiesa que siente orgullo no sólo por aportar su granito de arena en esta causa sino porque esa pequeña minitura de ella misma representa muchos años de carrera y un momento clave en su vida: el de antes de ser madre.
Ahora su vida ha cambiado y admite que ese cambio ha sido lo mejor que le ha pasado en la vida. Tanto, que a lo mejor repite y vuelve a ser mamá. De momento disfruta de su pequeño, un niño de dos años y medio que ya sigue los pasos de sus padres.
© AlbaGSalas
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-Debe ser todo un orgullo tener una Barbie con tu nombre...
-Es todo un orgullo por partida doble. Al verla veo mis 20 años de carrera y, como lleva el traje del último espectáculo que hice antes de ser mamá, también veo todo lo que ha cambiado mi vida. Además, al colaborar con Aldeas Infantiles te sientes orgullosa de poder ofrecer tu pequeño granito de arena...
-¿Cuántas veces has jugado con Barbies?
-Muchas veces, de verdad. Siempre intentaba vestirlas de flamencas pero no había, así que las customizaba. Ahora me llena de orgullo que una flamenca sea la imagen de la Barbie España.
-¿Se la regalarás a tu niño?
-Él me la ha pedido pero para que pueda regalársela a su prima. Me acuerdo que cuando me enseñaron a la muñeca y se la di, no le dije que era yo porque quería ver su reacción y ver si realmente se parecía a mí, y, sin decirle nada, dijo ¡es mamá! ¡lleva el vestido de mamá!.
-¿Cómo ha cambiado tu vida desde que eres madre?
-De forma radical. Mi escala de valores cambió por completo. Profesionalmente también porque hago todo en torno a él. Si me separo de él es para aprovechar cada segundo y eso hace que valores todo más. El baile es parte de mi vida, pero desde que soy madre, ahora lo disfruto más porque el tiempo que le dedico al baile lo vivo con más intensidad. Todo lo demás es el pequeño. Las giras giran en torno a él y los ensayos giran en torno a sus horarios.
-¿Os lleváis al pequeño de gira?
-Sí, sí, de momento nos lo llevamos. Aunque considero que soy una mujer privilegiada porque más o menos puedo modificar los horarios, cuando estoy fuera siempre tengo a mi madre o a mi hermana Trini que me ayudan y me apoyan. Mi familia es un piña y la compañía es media familia, por eso lo personal está muy mezclado con lo profesional, pero cuando acabo el espectáculo me voy corriendo al hotel para poder ver a mi pequeño.
-¿A quién se parece más?
-Yo creo que tiene una mezcla de los dos. Es un niño muy sanote y alegre y, bueno, tal vez haya heredado la sonrisa de su madre.
-Aunque tiene dos añitos, ¿zapatea?
-Zapatea, canta, baila... ¡hace de todo!
-¿Os gustaría que siguiese vuestros pasos?
-No lo sé. Me gustaría que fuese muy feliz y que pueda transmitirle para su futuro trabajo los valores de sacrificio, trabajo, honestidad y honradez. El baile es muy sacrificado en este país, no es como en otros países. Eso sí, sus padres le rodearan de cultura y que él luego decida que desea ser.
-¿Os gustaría ampliar la familia?
-Sí, es algo que nos hemos planteado, pero ahora tenemos mucho trabajo y no podemos, pero tengo claro que lo mejor que me ha pasado en la vida es mi hijo y si puedo volveré a ser madre. La experiencia es increíble.
-La Barbie siempre ha sido criticada por su perfecta imagen. ¿A ti es algo que te preocupe?
-El baile me mantiene. Hago muchísimo ejercicio y tengo una alimentación adecuada para poder bailar y dar el 200%, pero sí es verdad que siempre he aparentado mucha menos edad de lo que tengo. Y eso es herencia de mi madre.
-¿Tu belleza es genética?
-Totalmente, mi madre es una belleza increíble y mis dos abuelas eran delgadísimas y guapísimas y todas parecían haber hecho un pacto con el diablo, así que ¡mi hermana y yo nos hemos unido a ese pacto!.
-¿El amor y la felicidad son entonces tus secretos de belleza?
-Pues sí, al final eso es lo importante. Estar contenta y feliz rejuvenece. Los excesos nunca son buenos, y eso que yo soy de comer mucha chuchería, pero ahora con el pequeño tengo unos hábitos muy saludables.
