La celebración de una boda debería ser uno de los días más bonitos en la vida de una pareja; un recuerdo inolvidable que recordarán a lo largo de toda su vida.
Por desgracia, la elección de un mal fotógrafo, la originalidad desmesurada de una pareja demasiado creativa o un uso excesivo del editor fotográfico, pueden acabar de un plumazo con todos los buenos recuerdos, haciendo que el mal gusto, lo zafio o lo hortera se conviertan en los verdaderos protagonistas de una fecha tan señalada.
Los rusos, cada vez más a la vanguardia de la estética en este tipo de celebraciones, parecen haberse convertido en todo unos expertos en la materia. Desde hace unos años no hay edición que se les resista: Manejan como pocos la miniaturización, desarrollan las poses y la "naturalidad" más terrorífica de forma maestra y elevan la creación de montajes hasta límites insospechados. Se han convertido en uno de los máximos exponentes de una corriente que, se crea o no, gana adeptos por miles en la Madre Patria.
Si a todas estas habilidades artísticas le sumamos el gusto por el exceso y las apariencias y lo agitamos con la celebración de una boda, el resultado puede ser impredecible: una auténtica bomba de relojería, de consecuencias catastróficas, que podría cegar las retinas de cualquier purista de la moda de un solo vistazo.
Las siguiente galería es una recopilación de imágenes reales y creadas, a propósito, con un denominador común: retratar y “rememorar” una ceremonia religiosa con acento ruso. El resultado, aunque perturbador, no tiene desperdicio.
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