Netflix llevaba varias semanas preparándonos el colchón con las que pueden ser consideradas algunas de sus mejores campañas publicitarias. "Querrás tragártela enterita", "Al salir, tenga cuidado para no introducir el ( ) entre ( ) y ( )" –en referencia al mensaje de advertencia que se escucha cuando se abren las puertas del metro–, "Vamos a pasarlo genital" o "Cuenca, te vamos a poner mirando para Netflix" son algunos de los mejores eslóganes que la distribuidora de contenidos ha escogido para promocionar el estreno. Y de hecho, la première de la serie en España fue nada más y nada menos que en Cuenca. No nos imaginamos una campaña mejor.
Sex Education es uno de los grandes pelotazos de Netflix. Estábamos deseando que llegase su segunda temporada –que se estrenó el 17 de enero– y, cómo no, sus protagonistas han vuelto a dejarnos fascinados. Justo lo que esperábamos. Pero hoy la única protagonista es Emma Mackey, actriz francesa que interpreta a Maeve, una adolescente inteligente, valiente y un tanto complicada que, a pesar de todo, es muy tierna. Y aunque su talento y consecuente éxito son incuestionables, tampoco es eso de lo que vamos a hablar.
Emma Mackey fue invitada recientemente al programa Radio 1 de la BBC, entrevista en la que le mostraron un vídeo de la actriz australiana Margot Robbie en la que un periodista la confundía con la joven francesa. Desde entonces son muchos los medios que se han hecho eco de su gran parecido y que se empeñan en desmotrarlo con más o menos éxito. La apariencia de las mujeres en el cine es noticia una vez más.
Estas "noticias" han plagado los medios de comunicación y aunque la actriz francesa admite sentirse halagada por la comparación, tiene algo importante que decir al respecto. ¿Debería ser el aspecto físico un asunto noticiable? Mackey explica que preferiría que las personas se concentrasen en el trabajo que ambas hacen en lugar de en su apariencia y afirma que "Robbie es, ante todo, una actriz brillante". Después, añadió: "Hollywood produce estrellas que se parecen y nos gusta poner a las personas en cajas. Es algo que hacemos como especie, categorizamos a las personas, siempre lo hemos hecho", opina. Y está muy lejos de equivocarse.
Las industrias del cine, las series y la televisión buscan estereotipos, rasgos concretos que saben que gustan entre el público –muchas veces, mujeres rubias, delgadas y con labios finos– y los utilizan como instrumentos, como si fuesen una garantía de éxito para sus pelícuas y series. Y lamentablemente lo es.
Las mujeres son categorizadas, juzgadas por su aspecto físico y en muchas ocasiones sexualizadas por la industria del cine, que solo muestra un tipo de perfil de mujer constreñido en roles que evita que prestemos atención a la idea de que las mujeres somos diferentes y todas formamos parte de un mismo panorama. Mientras tanto, los medios siguen y seguirán considerando que su apariencia es una buena baza para conseguir clicks, estrategia que, tristemente, da resultado.
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