La policia detenía la madrugada del 24 de septiembre al presunto pederasta de Ciudad Lineal. Los altos mandos encargados de la Operación Candy llevaban varias semanas detrás del sospechoso. Aunque la policía había trabajado durante los últimos meses con hasta 12 perfiles distintos del posible autor de los secuestros, finalmente la investigación se centró en tan solo dos individuos.
El detenido no vivía en Madrid, como se pensaba durante una gran parte de la investigación, sino que residía en Santander y aprovechaba sus viajes laborales a la capital para llevar a cabo los abusos. Además, los investigadores barajan la posibilidad de que las víctimas sean más, aunque para la investigación se hayan centraron sobre todo en los secuestros de 2 menores en abril y junio, y otra en agosto. Casos realmente distintos entre sí, ya que en el último el presunto abusador no drogó a la víctima ni la llevó a su vivienda, lo que llevó a pensar a los investigadores que pudiera tratarse de un imitador. Sin embargo pronto supieron según los datos recabados que se trataba de la misma persona.
Un barrio en vilo
Los vecinos de Ciudad Lineal se despertaba días atrás sobrecogido y exaltado por los sospechosos secuestros que estaban ocurriendo en su barrio con menores. Un pederasta rondaba sus calles y secuestrando a dos niñas: una de ellas en abril y otra el pasado mes de junio. El modus operandi coincide en ambos casos. El agresor observa a las niñas, las llama por su nombre y con una excusa se gana su confianza para llevárselas a su domicilio, donde las narcotiza, abusa de ellas y las deja, aún desorientadas, en un lugar alejado del punto en el que realizó el secuestro.
La policía recabó información de los testigos que pudieron ver cómo un hombre deambulaba por los alrededores del lugar en el que se produjo el último secuestro, días antes de ser cometido. Estos detalles, junto con el testimonio de las víctimas -no muy extenso debido a la edad de las niñas y el trauma lógico que sufren-, han llevado a establecer un perfil claro: se trataría de un hombre de mediana edad, entre 35 y 40 años, extranjero de tez morena, alto (entre 1,80 y 1, 85 m.) y que comete los secuestros vestido de forma elegante.
Otro de los detalles que se barajaba para resolver el caso es el tipo de coche que utilizaba para trasladar a las menores. Se ha llegado a la conclusión de que se trataría de un turismo de pequeñas dimensiones que podría ser de color rojo, blanco o gris oscuro. La psicosis aumentaba entre los vecinos de la zona según avanzaban los días mientras la policía trabajaba cribando a los posibles culpables según la descripción que manejan.
Los agentes que trabajan en la 'Operación Candy' recibía a diario numerosas llamadas y detalles sobre el posible secuestrador, datos que son cotejados por los investigadores del Servicio de Atención a las Familias (SAF), quienes establecen las líneas de actuación en el caso. La policía concretó que no existe un retrato robot del pederasta, a pesar de las falsas imágenes que han empezado a hacerse públicas en las redes sociales.
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