Islandia ya era el país con menor brecha salarial del mundo desde hacía nueve años, según datos del Informe Global de la Brecha de Género elaborado por el Foro Económico Mundial. Pero eso no ha impedido que el país nórdico haya dado un paso más y siga siendo pionero en lo que a políticas de igualdad se refiere. En abril del año pasado el Parlamento islandés aprobó la ley –que ha entrado en vigor el 1 de enero de 2018– y que exige que las empresas demuestren que sus empleados cobran el mismo sueldo por el mismo trabajo realizado, sea cual sea su sexo, identidad de género, etnia, orientación sexual, religión o nacionalidad.
En concreto, la medida afectará a las empresas privadas y entidades públicas que tengan en plantilla al menos 25 trabajadores. Estas deberán ajustarse a las nuevas políticas de paridad salarial y presentar un certificado que lo demuestre cada año. Si no lo hacen, tendrán que pagar multas.
Esta ley es el resultado de una lucha contra la desigualdad salarial que en Islandia viene de lejos. Ya en 1961 fue el primer país en aprobar una legislación que garantizara igualdad salarial entre hombres y mujeres, pero esta no se alcanzó. En ese momento solo dos mujeres formaban parte del Parlamento islandés, hoy el país está liderado por, Katrín Jakobsdóttir, una de las tan solo 19 jefas de Estado o de Gobierno mujeres que hay en el mundo. Sin olvidar que las mujeres representan el 48% del Parlamento islandés.
Es importante recordar en la Unión Europea la diferencia entre el salario bruto medio por hora entre ambos géneros es del 16,3%, lo que supone que las mujeres trabajen dos meses al año gratis en comparación a los hombres, según las cifras que publicó la Comisión Europea en octubre de 2017. En el caso de España, la diferencia es del 14,9% y aunque esté por debajo de la media europea, implica que las mujeres trabajan gratis 54 días al año si se compara su sueldo con el de sus compañeros masculinos.
Estos datos demuestran que la brecha salarial es un hecho y que el paso que ha dado Islandia es totalmente necesario y debe ser el modelo a seguir por otros países para alcanzar la igualdad en todos los aspectos.
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