Evolucionan las sociedades, también la tecnología, cambian nuestras prioridades, también nuestros gustos, pero por alguna razón difícil de entender hay ciertas cosas para las que es complicado lograr un cambio.
Las mujeres, su imagen y los estereotipos que la sociedad tiene de ellas es una de esas cosas que parece imposible cambiar por más que evolucionemos y avance todo.
A día de hoy, a las puertas del año 2017, todavía hay quién gira la cabeza extrañado -hombres y también mujeres- por el aspecto estético de una mujer que es madre y decide que, además de eso, puede ser también otras muchas cosas, tiene inquietudes y éstas no definen por sí solas, quién es, cómo se comporta o si cumple o no con sus responsabilidades.
La mayoría de las ocasiones se trata de miedo por desconocimiento. Muchas personas tienden a pensar que las mujeres que llevan el cuerpo tatuado, el pelo de varios colores o ropa fuera de lo “comercialmente aceptable” va directamente ligado al esmero con el que cuidan a sus hijos y, generalmente, con alguna connotación peyorativa.
¡Nada más alejado de la realidad! Desarrollar una estética alejada de lo clásico o lo habitual es una maravillosa seña de identidad que muestra la originalidad de quién la lleva. Generalmente personas con un potencial creativo mayor que el del resto de la sociedad.
Estas imágenes de la fotógrafa y artista, Celia Sánchez, nos muestran que existen tantas realidades como personas habitan en el planeta y que las apariencias o prejuicios que generamos casi nunca suelen corresponderse con la realidad, menos aún cuando se trata de juzgar las capacidades de una persona para cuidar o educar a sus hijos.
Y para seguir rompiendo con los estereotipos te recomendamos Cómo no ser una madre perfecta. Una lectura muy amena en la que podrás descubrir la anécdotas de Libby Purves.
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