Uno de los cambios más notables en las etapas de crecimiento de nuestros hijos suele ser la adolescencia. La adolescencia es una etapa a la que todos los padres tenemos respeto, pues es donde se concreta la relación que hemos mantenido con nuestros hijos, hasta ese momento.
El comportamiento en la adolescencia
En la adolescencia nuestros hijos evolucionan rápidamente hacia la madurez y la tan ansiada independencia y dejamos de ser su única referencia y soporte emocional. A partir de ese momento, las opiniones de su propio círculo de amigos, de su nueva “tribu”, suelen pesar más que las nuestras. Eso nos atemoriza porque no conocemos a todas las personas que tienen influencias externas en nuestros hijos y tampoco sabemos si nuestro hijo es capaz de resistirse a según qué cosas por la presión de pertenecer a un grupo.
Para la mayoría de los padres empieza un momento estresante en el que sólo podemos confiar en que hayamos puesto suficientes muebles en la cabeza de nuestro hijo, para que este sepa qué posición tomar frente a los nuevos retos que se le presentan (amigos, alcohol, drogas, sexo, etc.)
El adolescente es como lo has criado
Tener vínculos en la adolescencia con tu hijo es algo natural si así lo has cultivado desde que ha nacido, pero si vuestra relación no ha sido de apego y confianza durante la infancia, ahora en la adolescencia es mucho más difícil.
Un estudio reciente con 200 adolescentes, profesores y madres, de la Universidad de Barcelona, nos muestra que la falta de ternura y cariño por parte de los padres durante la adolescencia, es directamente proporcional a la inseguridad que sienten los adolescentes que más problemas tienen, con ellos mismos, con los otros y con los estudios.
Se entiende que vincularse, abrazar o mimar a un bebé es fácil. Les explicamos cuentos, jugamos con ellos, ellos cuentan con nuestra opinión o consejo para todo. Pero en la adolescencia es más complicado porque ellos mismos no saben qué les pasa, así que nosotros mucho menos. Pero es necesario que entendamos la situación y les demos un poco de espacio para madurar y no nos dejemos llevar nosotros también por la situación. Nosotros somos sus padres y necesitan nuestra estabilidad y serenidad para seguir avanzando, pues en poco tiempo serán personas legalmente independientes y tenemos que prepararles para ello.
Estrategias para establecer vínculos afectivos con los adolescentes
> Ser cariñosos como siempre lo hemos sido, aunque parezca que no lo necesitan. El cariño y las muestras de afecto les proporcionan seguridad y estabilidad.
> Escucharlos, crear espacios de conversación que no acaben en interrogatorio, es decir no quieras saber más de lo que estén dispuestos a contarte.
> Ofréceles la posibilidad de que cuenten contigo si necesitan un consejo, y la promesa de no juzgar lo que te pregunten. Eres como una enciclopedia porque tienes mucha experiencia, pero no tienes la verdad universal en tus manos, así que comparte lo que sabes y ayuda a tu hijo a encontrar su propia verdad.
> Si eres frío y autoritario estás creando inseguridad y por defensa, rebeldía. Cuanta más ternura y cariño más confianza crearás en tus hijos.
> Conecta con tus hijos. Aprende cosas sobre los temas que le interesen (informática, deporte, súper héroes, películas...) e intenta que ellos te enseñen a ti cómo funcionan, o te amplíen información, se sentirán útiles y verán que la vida es un aprendizaje en ambos sentidos.
> Haz que te vean como una persona cercana y confiable. Muestra tus emociones, no somos perfectas, nos equivocamos, perdemos los papeles... habla con tus hijos de tu perplejidad o tu entusiasmo por la vida. Si te cuentan ellos algo, no vayas contándolo sin su consentimiento, tus hijos tienen derecho a tener intimidad.
> No les avergüences en las redes sociales. A partir de esta edad se cuidadosa. Esa foto tan mona en la que sale en pañal con dos añitos que quieres subir a Instagram o a Facebook puede hacer que sea el hazmerreír del día entre los amigos. Pide permiso para publicar fotos en las que aparezca.
> Haz que vean que te importan como personas. No solo los estudios o las notas, o los éxitos en el deporte, si no que ellos como individuos estén bien y que sepan con tus acciones que, a pesar de sus fracasos, tu amor y tu apoyo es incondicional.
> Deja de correr haciendo las tareas de la casa. Tus hijos no se acordarán de cuántos calcetines doblaste, solo se acordarán de si te sentabas a jugar a la Play, a ver el fútbol o el básquet, una serie en la televisión o vídeos en el móvil. Estos espacios de ocio compartido, además, dan la oportunidad de crear vínculos divertidos si nos mostramos tal y como somos.
> Se coherente, haz lo que dices y no mientas jamás. Ellos empiezan a verte cómo eres realmente y están en un momento de total intolerancia a la hipocresía.
> Haz planes divertidos como viajar a lugares desconocidos, regálales entradas para su cantante o grupo favorito, o competiciones deportivas donde podáis divertiros juntos.
En general los padres estamos más preocupados por llegar a final de mes y por la intendencia laboral y doméstica, que de pasar tiempo con nuestros hijos. Y esto es un gran error. Nuestros hijos necesitan que pasemos tiempo con ellos, que invitemos a sus amigos a casa para saber de quién hablan, necesitan ver a adultos coherentes, estables y alegres, con pasión por la vida. Necesitan que les transmitas seguridad, que les ayudes a encontrar sus talentos, necesitan crecer con confianza, ternura y alegría por el futuro.
Y eso es algo que solo podemos hacer nosotros, así que haz de tu casa un hogar abierto, para que tus hijos sientan que ese es el lugar al que pertenecen y se sientan orgullosos de volver a él cada día, durante toda su vida. ¡Afortunadamente, sólo depende de ti! Haz nuestro test para saber qué tipo de madre eres.
Contenido elaborado en colaboración con la quiropráctica Roser de Tienda
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