Imagina por un momento que eres un fotógrafo profesional y dedicas tu tiempo al retrato de la naturaleza. Tus jornadas, repletas de horas muertas, consistirían en esperar en el lugar adecuado, el momento justo y a la luz idónea para capturar esa imagen que marcase la diferencia. Largas horas de espera que no siempre se ven recompensadas y que requieren de mucha insistencia para dar con la imagen deseada, hasta que de repente aparece, se coloca delante de tus ojos y comienzas a disparar sin cesar, intentando mantener el ambiente inalterable, con el mayor de los sigilos, buscando que la acción siga su curso, al margen de tu presencia. Paragraph
Algo así le ocurrió la genial fotógrafo ruso Vadim Trunov -con un buen número de años a sus espaldas como fotógrafo especializado en entornos naturales- quién recientemente tuvo un momento tan inverosímil como inolvidable mientras esperaba pacientemente a que algo ocurriera.
De repente, como puestas por un antojo de la madre naturaleza, dos simpáticas ardillas captaron toda su atención mientras protagonizaban lo que parecían insólitos momentos en los que construían muñecos de nueve, se tomaban fotos entre sí o jugaban al voleyball con piñones.
El azar quiso que, al tomar las imágenes, pareciera que disfrutaban de un idílico picnic de invierno; sin embargo, nada más lejos de la realidad. Las ardillas no jugaban ni se lo pasaban bien: luchaban y se peleaban por comida inmersas en la dureza del invierno y ajenas al objetivo que se colaba en su lucha diaria por la supervivencia en el bosque.
LETTER
Y además:
10 razones por las que tener perro te hará más feliz
Test: ¿qué raza de perro va más con tu personalidad?