Ser un sujeta velas profesional no es una labor sencilla. Es una actividad necesaria, a menudo infravalorada, que requiere de paciencia, saber estar y conocimientos avanzados en el noble arte del camuflaje.
Para aquellos que no sepan cual es la actividad que desempeñan, podríamos definir el “sujeta-velismo” como el arte de estar y de permanecer inalterable ante casi cualquier evento amoroso que pueda darse acompañando a una pareja o al convertirse, por caprichos del destino, en el tercero en discordia, sea cual sea el ámbito del que hablemos.
Caricaturizados por la sociedad, su papel puede ser inestimable cuando de ligar se trata. Su labor como notarios para dar fe y atestiguar hechos con los que satisfacer la necesidad de conocimiento del resto de la sociedad, es de suma importancia.
Así mismo, en caso de necesidad de conversación o entretenimiento durante las habituales pausas incómodas del cortejo, siempre es posible contar con su ayuda. Por lo general no será su primera experiencia.
Son capaces de camuflarse detrás de un florero, de fingir estar haciendo algo importante o responder llamadas o mensajes inexistentes en su teléfono móvil, siempre que las necesidades de la pareja a la que acompañan lo justifique.
También pueden mimetizarse con el entorno y actuar como una especie de “empleados a tiempo completo” cuando su dedicación exclusiva les exija buscar agua o alimento con el que hidratar y alimentar a sus “amigos” ¡Son los mayordomos de Cupido!
A cambio solo piden compañía, ser partícipes y protagonismo en ocasiones contadas y algún tema de conversación –en los ratos muertos- con los que poder contar a otros que han dedicado su tiempo a algo productivo.
Esta recopilación de imágenes muestra instantes de personas que acompañan a quienes ellos creen sus amigos y que hacen méritos para ser oficialmente reconocidos o, directamente han conseguido licenciarse, graduarse y continúan formándose en post-grado, como sujeta velas profesional.
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