Del hinduismo a la década de 1970
Los tonos vitaminados simbolizan desde siempre el hinduismo y, conretamente, en medicina ayurvédica el segundo chakra, es decir, la creatividad. Se percibe como un fuego purificador, una liberación.
En Europa, empieza a introducirse con la llegada de la naranja importada durante el siglo XVI. También ocupa su lugar en la bandera irlandesa en representación de la religión protestante.
Reaparece en escena durante la década de 1950 y alcanza el éxito en 1970 al convertirse en el color de la renovación, la liberación política (la revolución naranja) y de la liberación sexual (mayo del 68).
Hoy en día, este color simboliza el peligro. Lo encontramos en los semáforos (el ámbar de en medio es universal), en los conos de las carreteras, etc. Pero también es el color del otoño.
Su lugar en casa
El naranja estimula la atención. Se le da importancia en los lugares en los que se requiere mucha concentración como en las oficinas, pero también allí donde se recibe a las personas: salas de estar, salones, comedores, recibidores... Después de todo son las estancias más adaptadas.
Las habitaciones de los adolescentes son las más adecuadas para introducirlo pues contagia buen humor. Ahora bien, nada de ponerlo en la cocina, a menos que estemos a régimen, pues corta el apetito.
Combinaciones cromáticas adecuadas
Evita la unión imposible entre el blanco y el naranja, es demasiado sosa. Lo mismo sucede con el rojo, el violeta y el amarillo. Si buscas un ambiente pop y retro combínalo con verde pistacho o azul eléctrico. Con el negro se volverá luminosos y alegrará la estancia. Si quieres un interior con tonalidades naturales, muy de moda hoy en día, mézclalo con beige o naranja albaricoque. Quedará estupendo.
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