Junco marino, alga, yute, coco, sisal… Cubrir el suelo con estos revestimientos aporta un toque más cálido y acogedor a nuestro hogar que el que puede proporcionarnos los parqués o las baldosas. Además, el abanico de texturas es mucho más amplio que el de una simple moqueta o alfombra, lo que los convierte en una opción perfecta para introducirlos en cualquier estilo decorativo. Combinan muy bien con paredes blancas, tonos tierra, muebles de madera envejecida o elementos sencillos con líneas rectas. Aquí te dejamos algunas ideas de decoración y los pasos que hay que seguir para colocar el revestimiento de manera adecuada.
Herramientas indispensables
Antes de empezar a manejar y colocar el revestimiento en el suelo, es imprescindible que tengas a mano las siguientes herramientas:
- Un rotulador
- Un cuchillo universal
- Un par de cinceles fuertes
- Cola acrílica
- Espátula dentada
- Espátula lisa de metal
Paso 1: Preparar la superficie
Hay que tener en cuenta que los revestimientos de fibras naturales no soportan la humedad ni el polvo, así que antes que nada hay que despejar la zona y limpiar bien el suelo. Si quieres poner tu revestimiento sobre parqué o baldosa basta con pasar el aspirador y fregarlo luego. El suelo debe ser llano para evitar que las fibras naturales se rompan. Si el tuyo está muy estropeado puedes aplicar una capa de revoque para que quede todo uniforme.
Paso 2: Ajustarlo a la estancia
Aunque son muy bonitos, el revestimiento también suele pesar mucho, por eso necesitarás la ayuda de otra persona para colocarlo y expandirlo por el suelo. Comienza poniéndolo en el centro de la estancia antes de desenrrollarlo y ve desplegándolo hacia las paredes de la habitación. Cuando llegues a la base de la pared sube el revestimiento unos 10 centímetros. Una vez que está todo extendido y desplegado por el suelo debemos dejarlo reposar unas 24 horas para que se destense.
Paso 3: Asegura el corte
¡Llega la hora de cortarlo! Para evitar que las fibras se doblen hacia arriba tenemos que cortar el revestimiento con un cuchillo universal en el sentido de la fibra apretando con fuerza con la ayuda de una espátula metálica rígida. También podemos optar por la opción de cortar el revestimiento del revés, marcando la medida con un rotulador y luego cortándolo con los cinceles. Esta segunda opción es más fácil pero las fibras corren mayor riesgo de doblarse. Presta especial atención a los ángulos delicados como los marcos, las esquinas y los umbrales de las puertas. En estos puntos tendrás que cortar con cuidado; recuerda que es mejor que sobre a que falte.
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Paso 4: ¡A pegarlo todo!
Una vez que ya tenemos el revestimiento recortado con las medidas adecuadas llega la hora de pegarlo. Levántalo por la mitad y extiende la cola acrílica por el suelo. Ve bajando el revestimiento poco a poco, apretando con fuerza para que no quede abombado ¡y listo!
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