No hace falta ser un romántico empedernido para disfrutar este artículo: en él se pasean personajes tan inmensos de la literatura universal como Ana Karenina, Lolita, Don Quijote o Julieta. Hablamos de amor a lo grande, vaya o no acompañado de su temible reverso, el temido desamor. A continuación tienes 10 parejas míticas de la historia de la literatura, acompañadas de una etiqueta que convierten a este plantel de personajes en una particular tipología sobre el amor. ¿Por cuál te decantas tú? El amor trágico, el obsesivo, el paciente, el oculto, el imaginario, el poliamor…
1. Romeo y Julieta (William Shakespeare): el amor trágico
¿La historia de amor más conocida de todos los tiempos? Puede. La unión de sus nombres es sinónimo de ese sentimiento que ocupa nuestro decálogo, aunque también hemos de decir que, dependiendo de la traducción o la adaptación en que la recibamos, también podría serlo de lo cursi… Romeo ama a Julieta y Julieta a Romeo por encima de los condicionantes sociales y familiares que los separan. Pero el amor no todo lo puede: obligada a casarse con otro, Julieta tramará un plan para fingir su muerte y escapar con Romeo. Al final, una serie de equívocos harán que allí no quede vivo ni el apuntador. ¿En los clásicos no se tienen en cuenta los spoiler, no?
Lo cierto es que los libros clásicos han alimentado, y mucho, nuestros sueños de grandes y épicos amores, y si no echa un repaso a estas películas de época, casi todas basadas en clásicos de la literatura...
2. Rebeca y Maxim de Winter (Daphne du Maurier): el amor obsesivo
Podemos luchar contra las convenciones sociales, la enfermedad, el tiempo, el dinero, la distancia, pero… ¿contra un fantasma? Una joven casada con un viudo comenzará su -en principio- idílica historia de amor al llegar a la mansión de Manderley. Pero pronto descubrirá que allí reina otra mujer: la difunta Rebeca. Una historia de amor romántico y misterioso que dio nombre a una prenda de vestir (la “rebeca” que vestía Joan Fontaine en la película de Hitchcock) y a un síndrome psicológico.
3. Teresa y Tomás (Milan Kundera): el poliamor
Hablamos de Teresa y Tomás, pero también podríamos haber citado primero a Sabina y Franz. O más aún, del entramado de compromiso, celos, entrega, sexo, inseguridades y amor que supone quererse en nuestros días. Aunque la novela la publicó Kundera en 1985, bien podría servir de lectura de cabecera para todas esas parejas que dan vueltas en estos momentos al tema del poliamor. Pero la grandeza de La insoportable levedad del ser no reside obviamente en tocar este asunto, en absoluto novedoso, sino en su endiablada capacidad para mezclar temas filosóficos, políticos y sentimentales sin que la historia se resienta.
4. Ana Karenina y el Conde Vronski (León Tolstói): el amor adúltero
Nuestros planes de vida pueden dar un giro de 180º si se nos cruza en el camino la persona equivocada… ¿o más bien sería la persona ideal? En el caso de Ana Karenina, que renuncia a todo (marido, riqueza, respeto social y ¡hasta a su hijo!) por seguir lo que le marca el corazón, su amor por el Conde Vronski, no parece que la cosa funcione del todo. Por si acaso aún hay alguien que no haya leído el final de este clásico ruso, lo dejaremos ahí.
Ana Karenina es, de hecho, uno de esos libros imprescindibles que todo el mundo debe leer al menos una vez en la vida. Aunque en nuestra lista de obras que no puedes dejar escapar hay mucho más...
5. Andre Gorz y Dorine: el amor para toda la vida
“Acabas de cumplir 82 años. Has encogido seis centímetros, no pesas más de 45 kilos y sigues siendo bella, elegante y deseable. Hace 58 años que vivimos juntos y te amo más que nunca”. Poco más habría que añadir después de leer el inicio de ese sobrecogedor libro (Carta a D. Historia de un amor) que el filósofo y periodista André Gorz escribió a su mujer, y que para el que firma este artículo es sin duda uno de los mejores textos de amor que ha leído y leerá nunca. Teórico del ecologismo político y fundador de Le Nouvel Observateur, André compartió 60 años de vida con su esposa, 23 de ellos, los últimos, abandonando su trabajo en la revista para poder dedicarse a escribir y a cuidar de Dorine, que sufría una enfermedad degenerativa sin solución médica. El libro acaba afirmando lo que ambos sabían: que no podían vivir el uno sin el otro. Y así fue: en septiembre de 2007 se suicidaron juntos, en su casa de Vosnon (Francia).
6. Lolita y Humbert Humbert (Vladimir Nabokov): el amor prohibido
Aún hoy sigue escandalizando la lectura de Lolita. Y es que, aunque vivamos de vuelta de cualquier tipo de escándalo sexual, cuando un hecho que escapa a la moral imperante se narra con la profundidad y la delicadeza con que lo hace Nabokov, algo se nos remueve por dentro. Un hombre de mediana edad enamorado de su hijastra de 12 años, una pasión incontrolable que le lleva a cometer las peores tropelías. Despreciamos a Humbert Humbert tanto como su propio autor, pero algo dentro de nosotros nos hace comprenderle en parte… Así de enfermizo puede ser esto de enamorarse. La de Lolita, por cierto, forma parte de nuestra selección de las 50 mejores portadas de libros:
7. Cyrano de Bergerac y Roxana (Edmond Rostand): el amor oculto
Podría ser una película de instituto americano, pero hablamos de un drama en verso de finales del XIX. Cyrano de Bergerac no deja de ser la eterna historia del chico feo enamorado de la guapa, que a su vez sólo tiene ojos para el chico guapo. Cyrano es un soldado orgulloso y sentimental con unas maravillosas dotes para la palabra, pero tiene un gran defecto: su descomunal nariz, que le hace creer que nunca enamorará a la bella Roxana. En su compañero de batallas, en cambio, ocurre al revés: todo lo que tiene de guapo Christian le sobra de bobo… y también está enamorado de Roxana, que caerá hechizada por las cartas que recibirá firmadas por Christian, pero escritas por Cyrano. No desvelaremos aquí el resto de la trama, por si no la recuerdas. Pero si crees en el amor más allá del físico, no basta con que veas una y otra vez La Bella y la Bestia de Disney: Edmond Rostand es mucho mejor…
8. Seda (Alessandro Baricco): el amor imaginario
De cómo un encuentro fugaz, casi podríamos decir una sola imagen, puede trastocarnos la vida nos habla, entre muchas otras cosas, esta novela breve del escritor italiano Alessandro Baricco, un prodigio de escritura minimalista que se lee de un tirón y se relee con gusto. Un comerciante francés del siglo XIX viaja a Japón para comprar huevos de gusano de seda. La fascinación que sentirá al encontrarse con una misteriosa mujer sólo es comparable al deslumbramiento que le provoca el contacto con la cultura japonesa. Un libro de viajes, una historia de amor, un haiku en prosa.
9. Don Quijote y Dulcinea del Toboso (Miguel de Cervantes): el amor caballeresco
Tan grande es nuestra obra magna, el Quijote, tantas facetas presenta que a veces se nos olvida que encierra también una gran historia de amor: la de un hombre enamorado de una mujer que sólo existe en su cabeza. Bueno, existir, Dulcinea existe, pero en vez de ser una dama elegante, pura y bella se trata de una campesina fea, sucia y ligera de cascos, que responde al nombre mucho menos delicado de Aldonza Lorenzo. Lo cierto es que Don Quijote necesita una dama como inspiración para lanzarse a desfacer agravios, y a falta de ella, se la construye. Lo que no quita que le dedique algunas de las palabras más bellas de un libro ya de por sí bello.
10. Ulises y Penélope (Homero): el amor paciente
Una historia que nos llega del siglo VIII a. C., nada menos. Después de estar 10 años luchando, Ulises (Odiseo, en modo latino) vuelve a casa para reencontrarse con su amada Penélope. Pero el camino de vuelta a casa estará plagado de aventuras y obstáculos, con lo que tardará otros 10 años en llegar… A Penélope no le faltarán pretendientes a lo largo de esas dos décadas, pero ella, para quitárselos de encima, decide que no aceptará a ninguno hasta que no acabe de tejer el sudario en el que trabaja, el mismo que cada noche desteje a escondidas… Hasta que, por fin, llega Ulises. ¡Eso sí que es paciencia, y no la que nos falta con el Whatsapp!
Literatura y amor, la mezcla perfecta
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