Happiest Season se estrenará en noviembre de 2020 como el segundo largometraje dirigido por la también actriz Clea DuVall, que ha escrito la cinta junto con Mary Holland. En este drama LGTBI, Kristen Stewart planea pedirle matrimonio a su novia, Mackenzie Davis, durante las vacaciones anuales de la familia de esta. Sin embargo, sus planes se truncan cuando descubre que Davis no le ha hablado a su familia, de ideas conservadoras, sobre su relación y su orientación sexual.
Parece que Kristen Stewart está en su mejor etapa y así lo dice Hollywood, que en 2019 la nombró actriz de la década. En los últimos meses Stewart ha participado en importantes proyectos, como Lizzie, un drama basado en hechos reales que se estrenó en 2018; el reboot de Los ángeles de Charlie, de octubre del año pasado; y Underwater, que apenas se acaba de estrenar en cines. Con este nuevo drama LGTBI que trata los obstáculos con los que ocasionalmente tienen que lidiar las personas homosexuales, Stewart promete darnos lo mejor de sí.
El día que el cine LGTBIQ+ deje de ser una categoría
¿Consigue la visibilización que hace el cine de las relaciones no normativas y no heterosexuales promover la diversidad y inclusión de las mismas? Aunque cada vez vemos más personajes homosexuales, bisexuales, asexuales, queer y no normativos en cine y televisión –la serie Sex Education de Netflix es un buen ejemplo de ello–, en muchos casos podemos comprobar que, en estas representaciones, los colectivos están permanente sujetos a estereotipos que, en lugar de promover la inclusión, perpetúan, quizás sin intención, los prejuicios que los rodean.
Cuando el amor homosexual comenzó a representarse en el medio audiovisual, la temática no rebasaba el morbo y, en muchas ocasiones, se limitaba a mostrar los tabúes, la represión y los clichés novicos y homófobos. Ejemplo de ello es Boys Beware, una cinta de 1961 que asocia la homosexualidad con la pedofilia. Tiempo despues, en un intento de mostrar algo de diversidad, la industria del cine comenzó a incluir en sus películas personajes no heterosexuales. Sin embargo, todavía hoy en la mayoría de los casos esta pretensión es demasiado pobre y poco realista, de manera que queda habitualmente reducida a personajes secundarios: el mejor amigo gay, la compañera de piso lesbiana, el hombre homosexual "afeminado" y la mujer lesbiana "masculinizada", el bisexual lascivo, el gay homófobo...
Pero, afortunadamente, el cine supera de forma progresiva estos estereotipos para normalizar el amor no normativo e incluir a los colectivos LGTBIQ+ en las primeras filas. Y sin pretensiones (un ejemplo, también de Netflix, es la serie australiana Please Like Me). Porque, quizás, lo necesario no sea una categoría de cine LGTBIQ+, sino una muestra no reduccionista que aspire a más que a la parodia y al esteriotipo.
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