Cualquier elemento del mobiliario urbano puede ser una excusa perfecta para que surja el arte. Alrededor del mundo, en ciudades como Londres, París o Nueva York, algunos artistas sacan lo mejor de sí mismos para llenar de color el aburrido gris de aceras y asfalto. Y es que, ¿te imaginas la sensación con la que caminarías por tu ciudad si en cada esquina surgiese una obra de arte? Posiblemente, una sonrisa constante se dibujaría en nuestras caras y nos dejaríamos llevar, caminando por las avenidas del museo más grande del mundo.
Postes de la luz que se tiñen de color, cabinas telefónicas que nos hacen sentir como en un submarino o líneas de frenado de los automóviles que simulan arcoíris en un concurrido cruce entre varias calles. Las alcantarillas pueden adquirir cualquier forma y tener, incluso, rostros humanos. También hay ciudades en las que se abrigan los árboles y las farolas y otras en las que paraguas voladores nos resguardan del calor. En definitiva, arte a la medida de los tiempos modernos y con capacidad de desbordar las salas de los museos.
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