Los orígenes de la psicofonía
Marie Louise Aucher, música y cantante, descubrió en 1960 las correspondencias vibratorias entre los sonidos y el cuerpo humano. En ese momento estableció una escala de sonidos asociados a ciertos puntos energéticos de la medicina tradicional china. Se trata de un trabajo de la voz, mediante el canto y la vocalización, con el que logramos conocernos mejor. Es una auténtica introspección que nos hace trabajar la voz y permite controlar mejor los efectos que se producen en nuestro cuerpo. Marie-Jo Cardinale, fundadora del colegio de psicofonía, nos avanza que esta terapia permite: «mediante la voz, encontrar el camino».
¿En qué consiste?
Todo el enfoque consiste en darse cuenta de que el cuerpo se muestra receptivo al sonido. Es cierto que no es una nota en concreto la que nos va a curar de ciertos males, pero sí lo hará la energía que de ella se desprende. Además, se aprende emisión mediante el canto y la vocalización, pero también pasa por la relajación y la descontracción. Así pues, intervienen los cinco sentidos para profundizar en todas las virtudes del canto y conocer mejor nuestro cuerpo.
El canto y la vocalización son un gran modo de expresar los sentimientos y emociones con el objetivo de conocerlos mejor también a ellos.
¿A quién está dirigida?
No se trata de una disciplina exclusiva de los músicos o cantantes, sino que es adecuada para todo el mundo; ahora bien, los adultos son más aptos para abrirse con esta terapia.
Es muy conocido el canto prenatal, una de las aplicaciones de la psicofonía practicada con éxito en las futuras mamás. Pero los resultados también son muy esperanzadores en personas con alguna discapacidad o autistas.
Aquellos que no estén listos para librarse mediante la palabra encuentran en la psicofonía una tabla de salvación. Conviene saber que es perfectamente posible conciliar terapias en las que la palabra es la protagonista con sesiones de psicofonía.
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