¿Puede traicionarnos nuestra escritura? Sí, es, por cierto, el objeto de la grafología. Muy valorada por los jefes, se utiliza sobre todo en los procesos de selección de personal. ¿En qué consiste la grafología? Veamos algunas explicaciones.
El sentido de la escritura
La escritura se percibe como un medio vivo de comunicación, y su interpretación aporta información en cuanto a ciertos rasgos del carácter. Nacida en Francia en el siglo XIX, la grafología permite descubrir los rasgos profundos de nuestra personalidad. Pero aunque la caligrafía es única y propia de cada uno de nosotros, se ve influida por ciertos factores, particularmente culturales. Así, se considera que una escritura inclinada hacia la derecha es sinónimo de abertura hacia el futuro y hacia los demás (para el grafólogo la izquierda representa el pasado y la derecha el futuro). Pero en una persona de origen árabe, por ejemplo, que habitualmente escribe de derecha a izquierda y en un alfabeto diferente del nuestro, esta relación pasado / futuro no se interpretará de la misma manera. Por ello, el grafólogo debe disponer de informaciones pertinentes para poder realizar el análisis de la forma más justa posible.
Múltiples usos
Concebida como un método de aproximación de la personalidad, la grafología encuentra una aplicación lógica en psicología, en psicoanálisis e incluso en psiquiatría. Un deterioro de la escritura a menudo revela un deterioro del equilibrio psíquico del sujeto. Por lo tanto, en este campo se emplea, por ejemplo, como un instrumento que permite medir la eficacia de un tratamiento o seguir la evolución de una terapia. Pero la grafología se utiliza sobre todo en el ámbito profesional, particularmente en los puestos de gestión de los recursos humanos: en un balance de habilidades o incluso en los procesos de selección de personal.
Grafología y contratación
Cada vez son más las empresas acuden al análisis grafológico en el momento de la selección de los candidatos a cubrir un puesto. A pesar de que la grafología aporta un consejo y es una ayuda para la toma de decisiones, también es una técnica muy controvertida y no puede ser el único medio de valoración de los candidatos. El diploma que sanciona los estudios de grafología oficialmente no está reconocido por el Estado, pero sus opositores señalan, sobre todo, la ausencia de validez científica de este método. La práctica de la grafología reposa sólo en la aplicación de un código deontológico y su carácter aleatorio no lo haría un método fiable: la escritura, de hecho, es un elemento que varía en función de nuestro estado de salud, por lo que puede verse modificada por el cansancio o el estrés.
¿Cómo funciona?
Un análisis grafológico puede ser realizado solamente sobre un documento caligrafiado, el cual debe contener obligatoriamente la firma del sujeto "analizado". Pero, para entregar un análisis completo, el grafólogo debe informarse de ciertos factores exteriores esenciales, como la edad y el sexo del candidato, su nivel de estudios, su origen sociocultural... Por este motivo, dispondrá de su CV y de cualquier otro documento útil. Por lo tanto, el grafólogo estudia:
- la compaginación general: proporción de la escritura, margen, posición de la firma.
- la dimensión y la dirección de la escritura: tamaño de las letras, espacio entre las palabras y las líneas, exageración de los signos (acentos, puntos, barra de las "t"), grado de inclinación.
- la forma de la escritura: más menos redonda o angulosa, trazado más o menos limpio y claro.
- la presión del trazado sobre el papel, así como la rapidez de la escritura.
LETTER
Consejos para superar el test
Sin duda, existen trucos para aprobar el “examen” grafológico, pero resulta imposible evitar algunas trampas. Lo más importante es ser natural y no simular la escritura.
- Permanece zen: evita crisparte con el bolígrafo, ya que tu escritura se vería afectada.
- Escribe con regularidad: debe haber cierto equilibrio entre el tamaño de tus caracteres, el espacio que separa cada palabra y entre línea y línea del texto.
- Cuida los signos y los caracteres especiales: a menudo los obviamos, pero son pequeños detalles que pueden marcar la diferencia. Así que pon bien los puntos sobre las íes y piensa en acentuar correctamente todas las palabras.
- No "justifiques" tu texto: ¡no eres procesador de textos! Aunque se aconseja dejar un margen (razonable) al lado izquierdo del folio, deja que el texto corra sobre el lado derecho.
- Atención con la ortografía: en un proceso de selección de personal, a menudo se pide al candidato que copie un texto corto. Evita, por lo tanto, las faltas; ni aquí ni a priori hay ninguna razón para hacerlas.
- La firma: debe colocarse a una distancia razonable del texto y debe respetar una proporción lógica con su tamaño. Posiblemente, la firma es el elemento más importante, porque es ella la que te caracteriza. Así que... ¡firma bien!