La historia de Keith Anderson nos ha conmovido y es que este padre canadiense ha encontrado una manera única de recordar la infancia de su hijo Kai para toda la vida. Su brazo derecho está plagado de tatuajes de los dibujos del pequeño.
© Chance Faulkner
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Y es que este padre en vez de colgar en la nevera los dibujos que le regalaba su hijo de pequeño, optó por tatuárselos en uno de sus brazos, una historia que ha querido captar el fotógrafo Chance Faulkner: "El primero de ellos fue una margarita, lo tiene tatuado desde que Kai estaba en el jardín de infancia", pero es que hasta el pequeño Kai ha probado el arte de tatuar en las carnes de su propio padre: "Recientemente, mi hijo estaba conmigo en la tienda de tatuajes y pudo tatuarme un poco. A él le encanta. Es bastante divertido. La gente me pregunta qué va a pasar si se me acaba el espacio. Supongo que tendré que conseguir que mi hijo haga dibujos más pequeños”.
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