La bonita historia de Dylan y Frank comienza a principios de febrero, en los pasillos del hospital infantil de Richmond (Virginia, Estados Unidos). El pequeño Dylan, con tan solo 2 años, ya se conoce el hospital de memoria, puesto que se ha sometido a una quincena de operaciones, y acude con frecuencia para llevar un seguimiento de la enfermedad que padece: hidrocefalia. Esta patología causa una acumulación de líquido en el cerebro y un desarrollo anormal del cráneo.
Ese día de febrero, la mamá de Dylan se cruzó en el hospital con la cuidadora de Frank, un cachorrito que sufría de la misma enfermedad que el pequeño. Desde ese momento, para las dos mujeres no existía ninguna duda de que ambos debían conocerse. Y así, en las instalaciones de la asociación Richmond Animal League, que se había hecho cargo de los cuidados del animal, Dylan y Frank se convirtieron en los mejores amigos del mundo.
"La hidrocefalia es una enfermedad rara"
"La hidrocefalia es una enfermedad rara"’, explica la cuidadora de Frank, así como el personal del hospital de Richmond. "Los niños que son atendidos por esta enfermedad sufren de aislamiento y es muy bueno para ellos saber que hay alguien en este mundo que comparte el mismo dolor". Incluso si ese alguien es un perro.
"Hace algunas semanas, Frank estuvo a punto de ser sacrificado. Las posibilidades de adopción de un cachorro enfermo son muy pocas", continuó explicando la joven. "Pero cuando descubrimos que lo que tenía era hidrocefalia, yo sabía que su destino iba a ser ayudar a niños enfermos, dándoles el cariño que necesitan y recibiendo lo mismo de ellos".
Sin embargo, lo mejor de su nueva amistad, es que el niño y el cachorro ahora pueden seguir adelante con más confianza en sus vidas. Dylan pronto aprenderá a caminar y podrá correr al lado de Frank, y en un año, el chihuahua recibirá el certificado de perro terapéutico.
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