El arte infantil, ese gran incomprendido que en vez de acumular pujas, recibe gritos; en vez de obtener aplausos, consigue castigos. ¿Por qué el arte abstracto es admirado cuando se plasma sobre un lienzo pero recibe las peores críticas cuando se realiza sobre paredes, cortinas, coches o muebles?
Es un auténtico misterio que, por supuesto, los más pequeños de la casa no consiguen entender. Se esfuerzan por presentar su obra acabada con la intención de regalar a sus padres la mayor de las sorpresas, ¡auténtica inspiración hecha arte!, pero no hay forma. Nunca logran ser reconocidos como lo que son: auténticos “Art-terrotistas” para quienes lo material es tan solo un objeto sobre el que actuar.
Estas imágenes nos muestran el arte en estado puro que corre por las venas de estos discipulos aventajados de Da Vinci. Creación sin pulir, incomprendida e injustamente valorada que como ellos mismos saben, algún día será apreciada en su justa medida. Aunque hoy toque poner cara de corderito y decir el socorrido “Yo no fui”.
Mientras tanto, pasarán a mejor vida cuando sus padres las descubran. Se disolverán entre lejía o desaparecerán previo centrifugado, acabando con la inspiración artística hasta que vuelvan a encontrar las pinturas después de la próxima merienda; al día siguiente, a la misma hora.
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