Hoy en día muchos niños prefieren jugar con consolas, tablets o cualquier dispositivo electrónico que les mantenga ocupados. Por eso nos hace especial ilusión conocer historias como ésta, que nos enseña que la pasión por la lectura aún se sigue conservando durante la infancia. Mathew Flores es un niño estadounidense que vive en la ciudad de Sandy, en Utah. Un día, el cartero que reparte su calle se lo encontró rebuscando entre los buzones y le preguntó qué hacía. El niño le respondió que, como no tenía dinero y le encantaba leer, buscaba folletos publicitarios y periódicos para poder tener algo con lo que entretenerse. El hombre quedó tan conmovido con su historia que decidió compartirla en Facebook, donde pidió la colaboración de sus amigos para enviarle libros al pequeño. Al final, a su iniciativa se han ido sumando personas de todo el mundo para que Mathew pueda disfrutar de la lectura.
Ron Lynch es el cartero que ha ayudado a Mathew a conseguir su sueño. "Cuando le vi rebuscando entre los buzones le pregunté qué hacía y me dijo que si tenía algo de sobra que pudiera darle para leer", explica en una entrevista para KLS. El pequeño le contó que no tiene dinero para comprar libros y que tampoco puede ir a la biblioteca a por ellos porque sus padres no tienen coche ni pueden permitirse pagar el autobús de ida y vuelta para ir a la biblioteca. "Leer es interesante y, además, te hace más listo", le dijo Mathew a su cartero, quien también es un apasionado de la lectura.
Lynch decidió ayudar a este niño y publicó su historia en su perfil de Facebook donde, tras explicar lo sucedido, pidió la colaboración de la gente para enviar libros a su dirección postal. "¡Por favor, dejadle un montón de material para leer! La mayoría de niños de su edad quieren aparatos electrónicos. Es genial ver su deseo y deberíais haberle visto cuando le dije que podría ayudarle", escribió Lynch.
El mensaje se difundió rápidamente y en tan solo unos días consiguió ser compartido por más de 13.000 personas. Muchas de ellas han enviado libros a Mathew, incluso gente de otros países. "Ha sido una locura. He oído que le han enviado libros desde Inglaterra, Australia o incluso desde la India. El timbre de su casa no ha dejado de sonar. Al principio pensó que debía de ser un error, pero al comprobar que eran libros para él se puso muy contento. Ha prometido que cuando se los lea los compartirá con otros niños en su misma situación".
"Yo empecé a leer cuando era muy pequeño. Mi madre me inculcó la pasión por los libros", comenta Lynch en la entrevista, quien confiesa que no pudo resistirse a ayudar a Mathew. "A sus 12 años Mathew no quiere aparatos electrónicos ni sentarse enfrente de la televisión a jugar con videojuegos durante horas. El niño simplemente quiere leer".
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