Un niño no es un adulto pequeño. Su sistema digestivo es inmaduro y delicado y por eso necesita una dieta específica y hecha a medida: debes olvidarte de la idea de darle alimentos para adultos en porciones reducidas.
Es bien sabido que la leche materna es la forma más perfecta de nutrición para un recién nacido. La OMS recomienda la lactancia materna exclusiva durante al menos los primeros 6 meses de vida y el mayor tiempo posible. Esto, por supuesto, debe ajustarse a los deseos y posibilidades de la madre, que es quien decide, pero después de cumplir e primer añi, ¿qué darle al bebé?
En el paso de la leche materna hacia una alimentación estandarizada, debe haber un nexo que facilite la transición, y la leche común de vaca no es la más adecuada: para garantizar el adecuado desarrollo de nuestro hijo y posibilitarle el mejor plan alimenticio, lo ideal es la leche de crecimiento.
La leche de vaca tiene el triple de proteínas que la leche materna y, además, es baja en hierro, lo que no la hace especialmente adecuada para el organismo de nuestro bebé, menos aún cuando se trata de bebés menores de un año. Por eso se sugiere que este alimento sea introducido en la alimentación del niño a partir de que cumpla los 2 años, ya que introducirla antes podría provocar un desequilibrio en la dieta del niño.
Por el contrario, la leche de crecimiento está diseñada para satisfacer las necesidades específicas de un niño después de los 12 meses, tiene un contenido equilibrado de proteínas y ayuda a satisfacer las necesidades diarias de hierro, calcio y vitaminas.
La deficiencia de hierro en la dieta y el desarrollo cognitivo de los niños
La deficiencia de hierro de la alimentación de un niño en la primera infancia también puede provocar una deficiencia en su desarrollo cognitivo. Tal y como muestran los datos de un estudio Nutrintake que investiga los hábitos alimentarios a partir del destete de una muestra de 400 niños de 6 a 36 meses de edad, existe una deficiencia significativa de este micronutriente: a los 18 meses de edad, ocho de cada diez niños no alcanzan los niveles de hierro recomendado. Al nacer, la cantidad total de hierro en el cuerpo de un recién nacido es de aproximadamente 75 mg/kg, el doble que en un adulto cuando si consideramos el peso corporal. Durante los primeros seis meses de vida la cantidad de hierro aumenta ligeramente y la lactancia materna, que en ese periodo es la fuente exclusiva de nutrición, es suficiente para mantener un equilibrio óptimo en la ingesta de hierro en el bebé. Por lo tanto, es importante que el hierro también provenga de la dieta complementaria. Muchos factores pueden causar una deficiencia nutricional de hierro durante la niñez, incluyendo bajo peso al nacer, una alta tasa de crecimiento postnatal y una baja cantidad de hierro en la dieta diaria. Por lo tanto, es importante ayudar al niño a mantener una ingesta equilibrada de hierro, a través de una nutrición adecuada.
La fibra en la alimentación infantil
Además del hierro, otra deficiencia que puede afectar a la dieta de los niños es la de la fibra: la ingesta inadecuada de fibra es, de hecho, uno de los otros problemas encontrados por Nutrintake, que muestra que a la edad de un año el 48% de los niños de la muestra consumen menos fibra de la necesaria y su situación empeora a lo largo de los meses, afectando al 58% a los 2 años y al 67% a los 3 años. Las fibras alimentarias desempeñan un papel fundamental en el bienestar de todo el organismo: favorecen el desarrollo equilibrado de la microflora intestinal y contribuyen a la salud del intestino, lo que es fundamental para nuestro bienestar.
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