¡Hola! Somos tus kilitos de más:
Esos que has ido notando durante los últimos días en la ropa, cada vez más apretada, y finalmente has visto dibujarse -con horror- en la báscula. Pero, ¿cómo no íbamos a aparecer… si no has parado? Comidas, cenas, meriendas, aperitivos, copas… y encima ¡sin tu rutina de entrenamientos!
Has estado temiendo a los polvorones y otros dulces típicos, pero te diremos que también nos han ayudado mucho a crecer las combinaciones de alimentos incompatibles entre sí, como cuando has comido carne y pescado en una misma comida o cuando has acompañado la proteína animal con el almidón del pan, la pasta o la patata. Por no hablar de las bebidas azucaradas, carbonatadas y alcohólicas: los refrescos, el champán, el cava, el vino, la cerveza y las copas. Nos encantan porque suponen un extra de azúcares y calorías y nos ayudan a lucir estos fantásticos michelines.
Aunque, para ser sinceros, tenemos que decirte que no todo es grasa. En parte, lo que rellena tu barriguita ahora es una inflamación intestinal. Verás: tu intestino intentaba digerir todos esos alimentos pero no le dabas tregua, enlazando el aperitivo con la comida, la merienda con la cena y los picoteos en cada encuentro con familiares o amigos. Y así, un día detrás de otro… ¡No hay cuerpo que lo aguante! Tu intestino se ha ido sobrecargando de trabajo y ha acabado siendo incapaz de hacer una digestión completa. Igual que tu hígado, uno de los principales encargados de eliminar las toxinas de tu organismo. Por eso has sentido tanta hinchazón y han surgido molestias, gases, digestiones pesadas, ardor de estómago y dolor abdominal.
Pero ¡no te preocupes! Hemos venido a decirte que estamos dispuestos a marcharnos. Te dejamos unos consejos para que puedas decirnos adiós:
Para empezar, comienza cada día bebiendo un vaso de agua en ayunas con el zumo de medio limón: es un buen truco para limpiar el aparato digestivo y ese gran filtro natural que es tu hígado. Y luego bebe agua entre horas, un traguito a cada rato, para ayudar al riñón a depurar las toxinas a través de la orina.
Alarga el período natural de ayuno fisiológico que supone el sueño saltándote la cena una noche o el desayuno del día siguiente. Así dejas pasar más horas de las habituales sin comer y das tiempo a tu aparato digestivo para completar todo su trabajo y al organismo para eliminar los productos de desecho. En estos “semi-ayunos” puedes tomar agua, infusiones, caldos de verdura o fruta fresca.
Haz una dieta vegetariana un día a la semana, en el que solo comas fruta y verdura. Nada de alimentos de origen animal y nada de cereales. Las frutas y las verduras son alimentos depuradores que además te aportan vitaminas y minerales fundamentales. Evita la fruta como postre: tomada como postre, la fruta sufre un proceso de fermentación en el estómago y provoca problemas de digestión. Déjala para los tentempiés de media mañana y media tarde o para empezar el día.
Empieza las comidas con una ensalada ligera y acompaña la carne o el pescado con verdura, como por ejemplo unas zanahorias al vapor, cebollas pochadas, espinacas cocidas, acelgas o judías salteadas. Estos alimentos contribuyen a una mejor digestión de las proteínas de origen animal.
Atrévete y di directamente “no” al pan en las comidas. Así evitarás caer en la tentación de picar un trocito (detrás de otro) y permitirás la correcta digestión de la comida.
Por último, aprovecha el impulso de la resoluciones de año nuevo para hacer ejercicio físico, a ser posible en el exterior (si es en un entorno natural como el campo o la playa, ¡todavía mejor!). Al tiempo que quemas calorías y movilizas los depósitos de grasa, potencias la capacidad del pulmón de expulsar toxinas mediante la respiración y la de la piel a través del sudor. Ya sabes, ahora toca limpiar, limpiar y limpiar. Retoma tu rutina habitual de entrenamiento o, si no tienes tiempo, al menos sal a caminar 20 minutos al día a buen ritmo. ¡Todos los días!
Sabemos que te molesta vernos contigo y que te enfada. Pero, ¿sabes qué? Eso también te ayuda a tomar más fuerza para cuidarte y dejarnos ir. Utiliza la energía del enfado para tener disciplina y recuperar los buenos hábitos. ¡No te mereces que nada te amargue la vida!
Tus ex-kilitos de más
Artículo elaborado en colaboración con la Dra. Isabel Belaustegui, experta en nutrición
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