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1- Respeta el equilibrio alimentario. Con el calor, a veces tenemos menos hambre, por lo que tenemos una mayor tendencia a lanzarse sobre las crudités a modo de comida. Es un peligro, porque, con la ausencia de alimentos con alto contenido en féculas y proteínas, el hambre se resiente en un momento u otro. Una ensalada compuesta sí, pero con carne, pescado o huevos (proteínas), y con arroz, pasta, con trigo, legumbres o un trozo de pan como acompañamiento (feculentos).
2- Haz 3 comidas diarias a horas fijas. Aunque durante el verano los horarios se ven ligeramente alterados para aprovechar las horas de playa y las actividades, imponle a tu organismo tomas alimentarias regulares, con un desayuno completo (fruto + producto lácteo + cereal + bebida caliente). Esta estructura de base es indispensable para preservar los mecanismos de hambre y saciedad.
3- Huye de los alimentos de “calorías vacías”. Calóricos, grasos y/o edulcorados, los helados, los buñuelos, los gofres, los perritos calientes, las patatas fritas y otras especialidades locales (embutidos, cocidos, quesos regionales, tartas locales...) presentan riesgos importantes para el de aumento de peso, además de los efectos nefastos sobre la salud y el bienestar. Son pequeños placeres, sí, pero no te los des más de 2 veces a la semana.
4- Vamos con calma con los aperitivos. Entre las calorías de las bebidas y las tapas, este momento amistoso es una verdadera bomba de efecto retardado para la línea. Privilegia las bebidas no alcohólicas y las verduras crujientes, u opta por un aperitivo-comida con tostadas, bizcochos salados, surimi, gambitas...
5- Vigila el aliño. 1 cucharada sopera de aceite de oliva tiene unas 100 calorías. Así que, ¡evita la vinagreta en todas las comidas! Sustitúyela por zumo de limón, coulis de verduras frescas, salsas light a base de queso blanco o yogur...
6- Consume frutas y verduras de temporada. ¡Es el momento de aprovechar! En verano, la berenjena, el calabacín, el tomate, el melón, la sandía, el albaricoque y otras frutas rojas contienen muchas vitaminas, minerales y fibras, que son indispensables para la salud y para mantener la forma. Son poco calóricos y te permiten disfrutar sin tener mala conciencia, y, gracias a su alto nivel de fibras y agua, poseen un gran poder saciador.
7- El picoteo está prohibido. Con la ausencia de la báscula y de las indicaciones habituales, no consumir nada entre comidas ayuda a controlar el aumento de peso. Si caes en la tentación, hazlo en la mesa, en un marco preciso: tu organismo almacenará con más dificultad las calorías superfluas.
8- No te pases con la sal. Favorece la retención de líquidos y aumenta el apetito. Limita los alimentos que contienen sal (embutidos, quesos, pescados ahumados, aguas con gas, conservas, bizcochos, aperitivos, platos preparados...) y sustitúyelos por condimentos (limón, vinagre, hierbas, especias, pepinillos...) u opta por sales dietéticas, mezclas de especias y cloruro de potasio.
9- Cuidado en los restaurantes. Salir también forma parte de los placeres del verano. Siempre que no abuses... Tampoco juntes platos demasiado ricos dándote el gusto con tan sólo un plato (por ejemplo, crudités de primero y ensalada de fruta si tomas bistec/frituras como plato principal) y no hagas más de dos comidas a la semana fuera de casa.
10- Hidrátate un poco. Piensa en hidratarte regularmente bebiendo agua natural o gaseosa, aromatizada o no, pero siempre sin azúcar. Beber a menudo y bastante previene la deshidratación y corta el hambre.