Primer paso: Limpiar el linóleo
-Manchas de tinta o rotulador: Empieza por frotar la mancha con una goma de borrar. Si eso no funciona, inténtalo pasando un trapo húmedo de bencina o aguarrás.
-Manchas de pegamento y grasa: En ese caso el arma más eficaz es el jabón de Marsella. La mancha desaparecerá fácilmente.
-Manchas negras: Las eliminarás con una goma de borrar. No obstante, si las manchas persisten, pasa por encima de la superficie afectada un trapo húmedo de éter. No olvides abrir la ventana.
-Manchas de pintura: Utiliza un disolvente como la bencina o el aguarrás.
-Manchas de moho: Mezcla un moco de harina de mostaza y agua fría y aplica el resultado sobre la mancha. Deja que actúe como mínimo unas tres horas y aclara con un trapo húmedo. Engrasa la superficie y encérala.
Importante: En cualquier caso, olvídate de tratar las manchas con grandes cantidades de agua, estropearía el linóleo para siempre.
Segundo paso: Sacarle brillo
No hay linóleo que se resista a un poco de agua con jabón negro y cristales de sosa. Cuando la superficie esté limpia, si quieres sacarle brillo, trátala con una mezcla a base de agua y yemas de huevo (2 yemas de huevo por 1 litro de agua) y, a continuación, sécala. Para proteger el linóleo de las manchas y el desgaste aplica, con ayuda de un trapo suave o una enceradora, un poco de aguarrás u otro producto especial indicado para este tipo de superficie.
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