Con lejía podemos...
>Desinfectar
La lejía se puede utilizar sobre diferentes superficies: embaldosadas, plastificadas o incluso de madera de pino.
La nueva normativa europea sobre desinfectantes ha demostrado la eficacia de este producto, por eso no debes tener reparo en desinfectar la bañera, el lavabo, el teléfono de la ducha, el fregadero, las tuberías, el cubo de la basura o la nevera con lejía. Incluidas quedan el lecho o la cama de tus compañeros de cuatro patas... llenitas de bacterias.
También puedes utilizarla para desinfectar legumbres, verdura y especias con la condición evidente de aclararlas con abundante agua.
Como las sábanas y las toallas son portadoras de microbios, lavarlas a baja temperatura no acaba con todo tipo de virus, por eso es importante desinfectarlas también con lejía.
Por último, y para eliminar cualquier idea preconcebida, hay materias como el algodón, el lino y la lana o la seda que pueden tratarse con lejía. Por supuesto, no utilizaremos la misma cantidad de producto para una tela de seda que para una de algodón, ¡no queremos sorpresas de ningún tipo...!
>Limpiar
La lejía actúa al entrar en contacto con las proteínas. Su función es reducir mediante la oxidación todas las membranas celulares. Y como por proteínas se entiende la mayoría de seres vivos y microorganismos, la lejía nos ayudará a acabar con el moho que se esconde en las juntas o incluso en las cortinas de la ducha.
>Quitar manchas
La lejía cuenta con un activo blanqueante ideal para devolver a nuestro juego de té o café, tazas y bols su esplendor de antaño. Utilízala también para platos y cacerolas que no sean de aluminio ni acero inoxidable.
>Desodorizar
Y además, podemos deshacernos de los malos olores, algo realmente útil sobre todo en el baño y las tuberías.
Importante: Utiliza lejía de manera puntual. Las emanaciones de cloro son perjudiciales para la salud y nocivas para el medio ambiente.
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