Suele decirse que los ojos son el mismo reflejo del alma. Una mirada triste y apagada no suele ir acompañada por un espíritu optimista o jovial ni a la inversa.
En cada territorio suelen predominar un determinado tipo de rasgos que, si bien no son comunes para toda la población, si que están presentes en una importante mayoría de sus miembros.
Los genes y la antropología son implacables en esta cuestión, haciendo que las miradas de por ejemplo los habitantes de los países nórdicos, tengan una tonalidad mucho más clara que la media del resto de países. Lo mismo ocurre con territorios orientales o árabes donde los tonos tostados –al margen de los rasgos morfológicos- suelen ser los más habituales.
Al margen de cuestiones como la historia, la genética o el origen, de lo que no cabe duda es de que hay ojos que brillan con luz propia sin importar el continente o la edad de su propietario. Son pequeños espejos ópticos a través de los que podemos asomarnos y descubrir infinidad de rasgos personales.
Esta recopilación nos descubre algunos de los “tesoros” con más belleza que pueden encontrarse a día de hoy en nuestra especie. Ojos llenos de luz y efectos especiales, con matices increíbles, capaces de llamar la atención de todo el se cruza en su camino.
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