Esta noble materia, reservada durante años para los más ricos, ha abandonado su condición de objeto de lujo y hoy se deja ver tanto en los escaparates de los grandes almacenes como en las pasarelas de muchos creadores. Adoptando la forma de jersey, bufanda, chal, fular, guantes o vestido, la cachemira nos protege del frío con mucha suavidad y elegancia.
La historia de este tejido
Como su nombre indica, esta valiosísima lana procede de la región de Cachemira, situada entre India y Pakistán. Cuando se acerca el invierno, a las cabras de dicha zona les crece una capa de pelo fino, flexible y muy tupida. Una vez tejido, lavado, hilado y agrupado, el pelo se convierte en la famosa cachemira, mucho más sedosa y suave que la lana y cuyo elevado precio se explica por lo siguiente: al esquilar una cabra se obtienen tan sólo 150 gramos de cachemira, insuficientes incluso para tejer una bufanda. Para hacernos una idea, un jersey requiere una media de entre cuatro y seis cabras.
Hoy en día existen muchas posibilidades de que la cachemira que compremos proceda de China o Mongolia, pues prácticamente la totalidad de esta fibra se importa de dichos países.
Se dice, se comenta...
«La cachemira está reservada para la clase alta.» Esto era cierto hace algunos años, pero ahora ya no. Antes se la consideraba como un tejido de lujo, pero hoy en día la lleva casi todo el mundo, la vemos en los escaparates y en los más fashionistas. Este invierno resulta casi imposible no cruzarse con una pieza de cachemira. Ya no es un producto de lujo, pero sigue siendo un producto de mucha calidad.
«La cachemira está reservada para las grandes ocasiones.» ¡He aquí otra idea preconcebida! Toda ocasión es buena para lucir una prenda de cachemira. No importan ni la temperatura ni la circunstancia: una comida con amigos, una velada, en el trabajo o en casa, en el campo o en la ciudad... Incluso puede llevarse en verano gracias a la «cachemira 2 hilos», una variante de este tejido concebida para las épocas más calurosas debido a su efecto «regulador del calor».
«La cachemira siempre es igual.» ¡Falso! Esta materia no siempre se teje con pelo de cabra, también se combina con seda, algodón o lana. Existen muchísimas variantes para poder llevarla durante todo el año.
«La cachemira sólo se lleva en invierno.» ¡Falso! El espesor de la cachemira, así como la cantidad de pelo con la que se teje, varía en función del modelo (de dos a diez hilos). Esto permite materializar cualquier virguería: incluso en verano se puede lucir una chaqueta de cachemira, una camiseta o un top.
«La cachemira es un tejido difícil.» No si la lavadora tiene un programa para ropa «delicada», es decir, lavado en frío, sin centrifugado ni suavizante. A la cachemira le encanta el agua y cuidarla no es tan complicado como parece. Hay que secar la prenda en un lugar llano y sin que le dé la luz, de este modo el color no pierde ni brillo ni frescor. Y el planchado debe realizarse con mucho mimo y con la prenda del revés.
«La cachemira se estropea en seguida.» ¡Falso! Por supuesto que le pueden salir bolas, pero eso sucede con cualquier tipo de lana. Es lo que conlleva tener que decidir entre un hilo más cerrado, al que no le salen demasiadas bolas pero que resulta menos suave al tacto, y un hilo más ancho, muy suave, pero mucho más sensible a los roces. Es una decisión difícil...
Las prendas de cachemira se pueden lavar con frecuencia, pero es mejor no ponérselas durante muchos días seguidos. Si con estos consejos siguen saliéndole bolitas, compra un cepillo especial.
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«Las prendas de cachemira son irresistibles.» ¡Totalmente cierto! Entre todos los cortes, colores, estilos y tejidos utilizados seguro que encuentras el tuyo.