Cada persona tiene sus preferencias sexuales. Estas preferencias responden, probablemente a situaciones de nuestro pasado que encuentran la (extraña) forma de manifestarse a través de nuestra sexualidad. Muchas de estas preferencias entran dentro de lo que se puede considerar común, como aquellos y aquellas que tienen una fijación con dar placer al otro, con algún órgano sexual concreto (pene, vagina, pechos...) o con alguna práctica (masturbación, felación, sexo anal...).
Pero a medida que los gustos sexuales se alejan de ello y solamente se encuentra placer en objetos, situaciones o personas atípicas, que poco o nada tienen que ver con lo puramente sexual, se dice que nos encontramos ante una parafilia sexual. Y esto puede ir desde el fetichismo de cualquier tipo a la excitación a través del dolor en lo que se conoce como BDSM (que tanto ha puesto de moda en su versión más descafeinada Cincuenta Sombras de Grey), pasando por infinidad de rarezas que nunca imaginarías.
¿Las parafilias sexuales son malas?
Como casi todo en la vida, depende. Y depende, básicamente, de la parafilia que estemos hablando y de su grado de intensidad. Normalmente, las relacionadas con la atracción hacia personas indefensas o animales, como la abasiofilia (atracción por personas discapacitadas), pedofilia (atracción por niños y niñas) o zoofilia (atracción por los animales) son consideradas muy graves, al igual que forzar a alguien a satisfacer cualquier tipo de necesidad sexual, y requieren que la persona que las sufre acuda a un especialista en cuanto surjan ese tipo de deseos.
Sin embargo, la mayoría de las parafilias sexuales son, aunque raras, bastante inofensivas para los demás. Por eso, en esos casos, ni hay que demonizar a quien las tiene ni hacerle sentir mal, ya que nadie puede evitar lo que siente ni lo que le atrae y, muchas veces, esa misma situación hace sentir culpable al que las sufre. Crear un clima en el que la otra persona pueda expresarse y sentirse segura, es sin duda la mejor forma de abarcar la situación.
Las parafilias sexuales suelen ser causa de obsesión en quien las sufre y, además, es para ellos la única forma de obtener un orgasmo realmente placentero. No hay que confundirlo por tanto con el erotismo o una fantasía concreta. Por ejemplo, hay que discernir entre aquellos que disfrutan solo practicando sadomasoquismo (humillación, latigazos, pellizcos) con el gusto ocasional de dar alguna cachetada o latigazo o hacer el amor atados o con antifaz. En este segundo caso, se puede decir que esa no es la única fuente de placer para la persona que lo practica. Por ejemplo, si te gusta que te aten de vez en cuando, no significa que tengas una parafilia, puede que simplemente sea curiosidad o ganas de probar cosas nuevas y diferentes.
Tipos de parafilias sexuales
Las parafilias sexuales, pueden ser, según su grado de intensidad y el objeto de atracción más o menos peligrosas y más o menos comunes. Vamos a hablar sobre algunas de ellas (muchas son de lo más sorprendentes):
- Fetichismo. Se trata de la atracción por objetos o partes concretas del cuerpo y hay muchísimos tipos: altocalcifilia (atracción por los zapatos con tacón), androidismo (atracción por muñecos de aspecto real), capnolagnia (atracción por el tabaco o personas fumadoras), misofilia (atracción por las prendas de ropa sucias), frotismo (excitación al frotarse contra desconocidos), furtling (excitación al atravesar con los órganos genitales el papel) o autonepiofilia (excitación al utilizar pañales).
- Exhibicionismo. Se produce cuando la atracción proviene de mostrarse ante terceros practicando sexo. Dentro de esta categoría encontramos parafilias como agrexofilia (atracción por ser oída por otras personas, amomaxia (excitación por hacer el amor en un coche estacionado) o dogging (ser observada practicando sexo en un sitio público).
- Voyeurismo. La excitación se obtiene viendo a los demás manteniendo relaciones. Aquí hay variantes como la hipnofilia (excitarse al ver personas dormir) o candalagnia (excitación al ver a otras personas practicando sexo con la propia pareja).
- Masoquismo. Es la excitación producida por el dolor. Aquí, el placer se obtiene a través de la agresión física (bofetadas, latigazos, pellizcos) y/o la humillación moral.
- Sadismo. A diferencia del masoquismo, el sadismo es la excitación producida por infringir dolor. Encontramos prácticas como la asfixiofilia (excitación al asfixiar a la pareja) o la belonefilia (excitación al practicar sexo con agujas).
- Atracción por personas. Aquí englobaríamos las parafilias en las que alguna característica concreta de las personas son el objeto de deseo. Encontramos parafilias como acrofilia (atracción por personas muy altas), acrotomofilia (excitación al ver a personas con algún miembro amputado), abasiofilia (excitación por personas discapacitadas), teleiofilia (atracción de adolescentes hacia adultos) o ipsofilia (atracción solo hacia uno mismo).
- Atracción por partes del cuerpo. Muy parecido al anterior, pero más concreto. Por ejemplo, la hirsutofilia (atracción por el vello), lactafilia (excitación por los pechos en periodo de amamantamiento), pigofilia (excitación por las nalgas) o tricofilia (excitación por el cabello).
¿Cuál es la diferencia entre preferencia y parafilia sexual?
Una vez más, aunque algunos más sorprendentes que otros, no hay que olvidar que estas parafilias sexuales son objeto de angustia para muchas personas que las sufren. Sigmund Freud ya dijo que todos poseemos rasgos de perversión. Esto significa que todos tenemos preferencias o gustos sexuales más o menos comunes. Ahora bien, la diferencia radica en que los parafílicos necesitan sí o sí de ese objeto particular (aunque sea en su mente), interfiriendo en su calidad de vida y en la calidad de sus relaciones. Para el resto de los mortales estas preferencias suelen ser circunstanciales y no determinantes para alcanzar el placer sexual.
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