La que se considera la postura del punto G, el galgo, se ha convertido en una de las prácticas en boga de las parejas actuales que buscan un placer intenso. Veamos con detalle esta postura llena de fantasías y emociones...
Un poco de historia
Esta postura se practica desde la antigüedad. Su nombre viene de la hembra del galgo, un perro cuyas patas delanteras son más cortas que las traseras y con el lomo inclinado. Así pues, el galgo tiene una connotación animal porque la mujer se coloca a 4 patas y el hombre, de rodillas, la penetra por detrás. Es una postura protagonista en numerosas fantasías, particularmente entre los hombres.
La técnica
Esta postura no es la mejor para los más románticos, ya que las miradas y los besos son imposibles. La mujer está a 4 patas y el hombre se coloca detrás de ella, de rodillas, con las piernas más o menos dobladas, en función de cómo la mujer separa las suyas: cuanto sea la separación, más deberá bajarse. Cogiéndola de las caderas, el hombre la penetra.
Las sensaciones
Las sensaciones son intensas porque la penetración es profunda. Se dice que hasta favorece la estimulación del punto G. La penetración también puede hacerse un poco sobre las paredes de la vagina, arriba o abajo variando el ángulo. ¡De ahí la diversidad de sensaciones posibles! Ventajas: el hombre puede tocar fácilmente al clítoris con su mano durante la penetración y así multiplicar el placer. Sus manos también pueden pasearse por todo el cuerpo de su compañera. Así, el galgo es la postura ideal para alcanzar un multiorgasmo, vaginal y clitoriano.
También permite dejarse llevar más fácilmente, entregarse al placer sin preguntarse cómo lo mostrará la cara. Sin el "cara a cara", se concentra más en la excitación, sin distraerse o sentirse molesta por la mirada del otro.
Los inconvenientes
El galgo es una postura que ha suscitado numerosas críticas: algunos subrayan el carácter dominante/dominado, otros hablan de su lado bestial... Es cierto que el hombre toma las riendas, pero también es una postura que se practica con total complicidad y que trastorna todo nuestro cuerpo. Sin embargo, si el hombre es demasiado vigoroso, la mujer puede notar los brazos cansados e incluso desequilibrarse si el hombre no controla bien el ritmo, la intensidad, la profundidad. Atención, a veces la penetración puede ser dolorosa si es demasiado brutal.
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El momento ideal para practicarla
Es la postura que se puede practicar en cualquier habitación, lugar... ¡Depende de tu humor! También se suele elegir para un encuentro salvaje, fogoso, ¡pero sobre todo espontáneo!
Se practica poco en las primeras veces, ya que puede resultar molesta para la mujer si no conoce bien a su compañero, su cuerpo o si es demasiado joven.