Después de haber decidido la fecha, el lugar de la celebración y los invitados, queda lo más importante: el vestido. Tendrás que decidir si quieres un vestido ya confeccionado o si prefieres uno diseñado en exclusiva para ti. En este último caso, tendrás que acudir a tu modisto preferido unos seis meses antes.
Una vez que te has decidido por el modelo, no tendrás que hacer más que, si fuera necesario, arreglarlo para que te quede perfecto y esperar a que llegue el gran día. Pero, si prefieres que el diseño sea único, tendrás que quedar varias veces con el diseñador. Primero, para decidir el estilo y, más adelante, para tomar medidas y ver cómo va quedando. ¡Hasta que tengas en tus manos el vestido de tus sueños!
También acuérdate de hacer alguna prueba de peinado y maquillaje durante los seis meses antes de la boda. No querrás llevarte ningún disgusto ese día, ¿no? Además, es aconsejable que no seas demasiado atrevida, es decir, que si nunca llevas el pelo recogido, no te empeñes en llevar un moño, por muy de moda que esté en ese momento. O si vas siempre con la cara lavada, no te pintes como una puerta el día más importante de tu vida.
A medida que se va acercando la fecha tendrás que decidir también si quieres amenizar la sobremesa con una actuación en vivo y, en ese caso, deberás reservarla con tiempo. Lo mismo ocurre con los djs; los buenos siempre están muy solicitados, ¡así que resérvalo pronto! Una buena música te garantiza una gran diversión.
Una vez que has acabado de hacer retoques en la lista de invitados, has de encargar las invitaciones. Aunque las envíes con tres meses de antelación, debes pedirlas con tiempo a la empresa que se encarga de hacerlas, ya que siempre puede haber imprevistos de última hora. Una vez que tengas las invitaciones, debes enviar la comunicación de tu lista de boda.
¡Ya tienes todos los preparativos listos! Ya solo te queda disfrutar de tu gran día.
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