El segundo hijo de la reina Beatriz de Holanda ha muerto tras permanecer en coma durante casi año y medio debido al daño cerebral irreparable que sufría después de que, en febrero de 2012, el príncipe holandés sufriese un accidente de esquí y quedase atrapado, durante 25 minutos, bajo una avalancha de nieve en la localidad austriaca de Lech. Desde entonces había mostrado "limitados signos de consciencia" pero esas señales nunca dieron paso a nada más que no fuera la expectación y el deseo de ver al príncipe recuperado.
Friso tenía 44 años y estaba siendo atendido en Holanda, tras haber permanecido ingresado en un hospital de Londres hasta el mes pasado, momento en el que su estado comenzó a sufrir complicaciones. Su traslado hasta la Clínica Wellington de Londres se debe al esfuerzo de los reyes de Holanda por intentar, durante el máximo tiempo posible, ver unos resultados que nunca llegaron. En el país holándes una persona en su estado no habría sido mantenida con vida más de seis meses y, precisamente por ello, esta decisión no fue bien acogida por el pueblo que, a día de hoy, no entienden porque se invirtieron 3000 euros diarios en mantener a una persona "clínicamente muerta".
El príncipe Juan Friso de Holanda residía en la capital británica junto a su mujer Mabel y sus dos hijas, Luana, de ocho años, y Zaria, de siete, donde trabajaba como director financiero para la empresa de uranio URENCO, A pesar de carecer de derechos dinásticos después de renunciar a ellos para poder casarse en 2004 con su mujer, Mabel Wisse, sí mantenía los títulos de Príncipe de Orange-Nassau, Conde de Orange-Nassau y Señor de Amsberg.
El rey Guillermo Alejandro- hermano del fallecido- y la reina Máxima, que permanecían de vacaciones en Grecia, pusieron ayer rumbo a Holanda.
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