Todavía hay muchos que no se han recuperado de lo que este viernes se vivió en Telecinco. Aramís Fuster reaparecía en televisión para contar su mayor drama: está arruinada, vive en la calle y ha intentado suicidarse. Los espectadores tuvieron que asistir a este espectáculo durante más de una hora. Y nada tenía sentido.
Frente a frente a María Patiño, Aramís Fuster aparecía en televisión demacrada, sin maquillaje, sin peluca y, según ella, con ropa que había sido recogida de la basura. Hace unos días saltaba la noticia de que la bruja había sido encontrada en la habitación de unos apartamentos con síntomas de haber querido suicidarse. Aunque al principio activó todas las alarmas ahora nadie se la cree.
Entrevistada por los colaboradores de Sálvame, la vidente no supo contar alguna historia que tuviese un poco de sentido. Cuestionada por todos los que allí se encontraban, la historia de Aramís carecía de sentido. Para intentar dar más pena, la bruja iba engordando su montaje asegurando que tiene diabetes y sufre un cáncer de piel incurable.
"Para mí Telecinco es mi casa. Mi teléfono está cortado. Debo 93 euros a Telefónica. Puedo recibir llamadas, pero no hacerlas. Hay alguien bueno y pedí a un taxista que me llevase. Le pagué moneditas que tenía. Tiene mi carnet de identidad para reclamar la carrera", narraba Aramís sobre su llegada a Telecinco en plena crisis de identidad. De nuevo, una historia con muy poco sentido.
"Me gustaría que fueras sincera y dijeras para lo que estás aquí. No te creo", decía Mila Ximénez. "¿Estás aquí par hacer dinero rápido?", le preguntaba la colaboradora. "Absolutamente, no", respondía Aramís. "Yo no he hecho todo bien. Yo me he equivocado como todo hijo de vecino. También tengo derecho a rectificar. No he venido a por dinero. No para mí. Yo soy diabética. Emocional, pero diabética", contestaba (sin responder) cuando le preguntaba la razón que le ha llevado a volver a Telecinco.
El relato de la bruja en televisión terminaba como siempre: nadie se la cree y ella intenta que el mundo la escuche con historias con muy poco sentido común. Sin más remedio, y después de narrar un drama que sonaba a montaje, Patiño despedía a la bruja sin darle la oportunidad de replicar, de despedirse o de contar más datos sobre una vida que tiene más de fantasía que de realidad
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