Casi todas las imágenes de bodas suelen ser similares y tienen demasiadas características comunes: Novios radiantes, familias, ceremonias, celebraciones, tartas y blanco. Mucho blanco. Ninguno de estos elementos puede faltar en cualquier álbum que se precie y que retrate una boda tradicional. Al menos hasta ahora.
De repente, el mundo de la fotografía creativa para enlaces matrimoniales parece haber implosionado y, desde hace unos años, no hay novia a la última y al día de las tendencias que no quiera un recuerdo fotográfico diferente, moderno, cool o nunca visto del, que se supone, será uno de los días más felices de su vida.
El problema llega cuando los deseos no siempre se convierten en realidad y las imágenes que servían para recordar un evento familiar tan importante contribuyen también, a engrosar las montañas de imágenes aburridas, previsibles, carentes de gracia o excesivamente creativas e comprensibles, sobre bodas.
Para evitar problemas como estos, la Sociedad Internacional de Fotógrafos de Boda Profesionales, en su labor por desterrar el mal gusto y evitar que lo revivamos al encontrarnos con una de esas imágenes, ha comenzado a celebrar una competición en la que son seleccionadas las mejores fotos de bodas del mundo.
La ISPWP –siglas en inglés de la organización- destaca y defiende en su web las razones por las que su profesión es “tan especial y exigente”: “Tienes que ser un maestro en este trabajo y conocer tu equipo tan bien que puedas hacer ajustes al vuelo, sin pensar o dudar. Y tienes que hacerlo durante 8, 10 o 12 horas en lugares cerrados, con clientes que confían en que lo hagas bien.”
En su resumen por lo mejor y más destacado del 2014 nos encontramos con hasta 20 categorías diferentes en las que se realiza un exhaustivo estudio de las diversas características que pueden hacer excepcional una foto de boda: desde la iluminación y la composición a la dinámica o las emociones retratadas.
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© Xiang Qi
