Con el tiempo -y una buena dosis de feminismo- hemos aprendido a reivindicar el papel fundamental que han jugado muchas mujeres inventoras. Mujeres que no aparecían en los libros o que utilizaban nombres masculinos para que se les tuviese en consideración. Por suerte, hemos aprendido la lección y les hemos dado su lugar en la historia. Ahora, con la crisis sanitaria, suenan nuevos nombres de mujeres que aportan todos sus conocimientos en mejorar la sociedad, y aquí te traemos algunos de ellos.
Lupe Hernández, la enfermera que inventó el desinfectante de manos
Si hay un producto protagonista del confinamiento es el desinfectante de manos. Porque, aunque le siguen de cerca el papel higiénico o la levadura por la cantidad de videos vertidos en redes sociales, lo cierto es que si hay uno difícil de conseguir es el gel. Un gel que vio la luz en los años sesenta en un contexto, también, de necesidad.
Lupe Hernández, enfermera de profesión, vivía en Baskerville, California, una ciudad dedicada a la agricultura y al petróleo; un contexto que la llevó a plantearse las condiciones en las que trabajaban sus vecinos. Y es que muchos trabajadores no tenían hábitos de higiene por una sencilla razón: no podían permitírselo. Algo tan sencillo como lavarse las manos con agua caliente y jabón era impensable en aquel contexto, pero, Lupe Hernández encontró la solución. Así fue como creó el gel desinfectante, un producto con un 60-65% de alcohol capaz de eliminar el 99,9% de los gérmenes en 30 segundos, consiguiendo mantener las condiciones de higiene y frenar enfermedades.
Y tras desarrollarlo, llegó la patente. Un día encontró en televisión un anuncio con un número de teléfono para patentar inventos y se lanzó a registrar el suyo, colocándolo en primer lugar en hospitales, residencias y también utilizado por las fuerzas armadas. Pero, rápidamente su uso se popularizó y se convirtió en un producto de gran consumo con formatos en diferentes tamaños, colores y aromas tal como lo conocemos a día de hoy.
Cinco adolescentes afganas del Afghan Dreamers Team han construido respiradores con partes de un Toyota Corolla
Ellas son Somaya Faruqi, Ellaham Mansori, Nahid Rahimi, Folernace Poya y Dyana Wahbzadeh, cinco adolescentes de entre 14 y 17 años que forman parte de Afghan Dreamers, un programa de formación científica para mujeres donde aprenden sobre robótica, y que viven en Herat, una de las zonas más afectadas del país.
Así, cuando el gobierno lanzó un llamamiento a la población para conseguir más respiradores, las cinco estudiantes se sumaron a la iniciativa diseñando dos prototipos distintos: uno basado en un diseño del MIT y otro hecho exclusivamente con piezas extraídas de un Toyota Corolla. Dos prototipos que pueden producirse a bajo coste y que si bien no consiguen relegar a los respiradores, en una situación de necesidad como la que vivimos pueden funcionar debido a la facilidad para encontrar las piezas.
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