El 17 de marzo de 2016 la joven argentina Marisela Pozo vivió la peor noche de su vida. En un barrio a las afueras de Buenos Aires fue golpeada con hierros por tres hombres que, además, la arrastraron por el suelo, la ataron a un árbol y la torturaron durante horas. Como consecuencia de esta agresión, ingresó en el hospital en estado crítico y falleció tres días después por un fallo multiorgánico, según informa El País.
Y, ¿dónde están los culpables de esta brutal agresión? En la calle. Libres. Con un alto riesgo de volver a cometer esta aberración contra otra mujer. Porque si algo nos ha enseñado la experiencia es que cuando hablamos de violencia machista, es muy probable que los agresores vuelvan a repetir las pautas.
Lo primero que nos preguntamos ante un hecho como este es, ¿por qué alguien ha decidido que esos tres individuos no iban a ir a la cárcel? ¿Cuál puede ser la justificación que exculpe este tipo de maltrato? En lenguaje jurídico se trataría de un homicidio preterintencional que viene a ser que, aunque le propinasen una paliza como esta, no tenían el fin de asesinarla y, por lo tanto, pueden salir indemnes de este acto. El juez argumentó que la mayoría de los golpes eran en las piernas o la espalda y que no iban directos a atacar zonas vitales.
Todo ello sucede en un país como Argentina en el que la violencia de género alcanza cifras estremecedoras. ¿Sabías que en este país latinoamericano muere una mujer cada 30 horas? Hace unos meses, Argentina fue el foco de las manifestaciones que bajo el lema #NiUnaMenos buscaba plantar cara a la violencia de género. Nos parece indignante que frente a un país que pide justicia, las leyes actúen de esta forma negligente.
LETTER
Y además:
6 datos alarmantes sobre violencia machista
10 mitos sobre la violencia de género