Esto implicará, por un lado, y después de casi 300 años vigente, la eliminación del principio de la primogenitura del varón en la Corona británica y la modificación de la Ley de Instauración de 1701 que establece que las mujeres no pueden heredar en caso de tener algún hermano varón, independientemente de la edad del mismo. Por otro lado, la medida pondrá fin a la ley que prohibe a los miembros de la Familia Real casarse con una persona de religión católica.
Unas medidas muy aperturistas cuya aprobación llega justo cuando el príncipe Guillermo y su esposa, Catalina, acaban de anunciar el embarazo de ésta. Gracias a esta coincidencia, el futuro hijo del matrimonio será el heredero de la Corona, independientemente de su sexo.
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