¡Podemos soñar!
Algunos gramos de papel couché ¡y nos ponemos, por un mínimo coste, unas pocas lentejuelas y algunos toques de glamur! La vida de las estrellas siempre ha hecho soñar. Se les ve evolucionar en un universo maravilloso donde el champán corre a raudales, los peinados son siempre impecables, las sonrisas permanentes y radiantes, las facturas no existen, la palabra aburrimiento ha sido borrada del diccionario y las historias de amor son, a la fuerza, apasionadas. Su día a día parece una gigantesca y eterna fiesta a la que se nos invita en algunas páginas. Con las qué podemos olvidarnos de nuestro jefe gruñón, las huelgas de transporte y nuestras pequeñas preocupaciones.
¡Cuidado! Se corre el riesgo de vivir de prestado y olvidar disfrutar de nuestra vida, ¡la verdadera!
Se tienen nuevos modelos
Siempre a la última moda, nuestras amigas las celebridades se convierten un poco en nuestras maestras de la moda y estilo de vida. Con ellas, no hay ningún riesgo de equivocarse: son iconos aconsejadas por una armada de profesionales de la imagen y del look.
¿Sienna Miller ostenta un nuevo bolso fluorescente de tejido de yute? ¡Queremos el mismo! ¿Kate Moss decide tomar el sol con el pecho desnudo en Laponia? ¡La seguimos! ¿Paris Hilton adopta erizos de mar? ¡Salimos a buscar dos o tres! En resumen, no nos perdemos ni una sola noticia que publiquen nuestras revistas favoritas aún con el riesgo de perder el tren. La prensa rosa está a punto de convertirse en el barómetro de las tendencias, todas confundidas.
¡Cuidado! No tenemos el mismo presupuesto que nuestras amigas las estrellas y los grandes diseñadores no nos prestan su última creación en bolsos. A fuerza de querer seguirlas, ¡se corre el riego de caer en la quiebra!
Además, ellas tienen los medios para ser seguidas diariamente por un entrenador, un peluquero, un maquillador, un estilista... ¡Y su cirujano estético! Así que no hay que acomplejarse porque no lleguemos a perder esos dos kilos en tres días o porque nuestra piel no es tan perfecta como la suya.
Nos aseguramos de...
La prensa del corazón no se contenta con mostrar la brillante cara de las estrellas, no duda en desvelar sus miserias, aumentos o pérdidas espectaculares de peso, rupturas sentimentales, estancias en centros de desintoxicación, muerte de un pariente... Y confesémoslo: ¡esto nos gusta! Nos precipitamos incluso sobre los números especiales que destacan las fotos menos gloriosas y las historias más sórdidas. De hecho, esto nos tranquiliza. Buf, no tienen una vida tan rosa como parece y ¡bien contentas estamos de llevar unas deportivas un poco usadas mejor que ponernos unas espartanas plateadas! Nos decimos también que, finalmente, estas súper estrellas son seres humanos como nosotras, con problemas de celulitis, de esterilidad y con historias sentimentales caóticas.
¡Cuidado! No está bien regocijarse de la desgracia ajena. Corremos el riesgo de volvernos cínicas y faltas de empatía. ¿Nos gustaría, a nosotras, que el planeta entero supiera que nuestro chico se ha ido con la panadera y que nos hemos consolado comiéndonos todos sus bollos?
Tenemos un tema de conversación común
Se acabaron los temas que molestan. Ya no corremos el riesgo de provocar la 3ª Guerra Mundial evocando, alrededor de la máquina de café, asuntos que desatan pasiones: disminución del poder adquisitivo, los abrigos de pieles, presencia militar española en Afganistán, supresión de las ventajas de los funcionarios... A partir de ahora, tenemos un tema que agrupa a todo el mundo (¡o casi!): la última locura de Britney, la enésima ruptura amorosa de Teri Hatcher o la nueva causa humanitaria defendida por Angelina. Se intercambian las revistas, se comparten los últimos cotilleos. ¡Nos comunicamos!
¡Cuidado! Podríamos acabar por tratar asuntos un poco tontos y olvidar hacer funcionar nuestras neuronas por temas que merecen, verdaderamente, ser debatidos.
¡Somos humanas!
Ya en el colegio, queríamos saber quién había dicho qué sobre quién. Más tarde, en la oficina nos preguntamos acerca de quién se acuesta con quién y por qué tal persona llora desde hace tres días. De manera natural somos curiosas y nos gusta saber lo que pasa a nuestro alrededor. Por otra parte, es más que probable que si hubiera una revista de los cotilleos de nuestro barrio nos abalanzaríamos sobre ella. Después de la prensa people, ¡la prensa pueblo!
Concentrándonos en la lectura de cotilleos respecto a las estrellas, individuos que no conocemos personalmente, nos quitamos un poco la sensación de culpa. Tenemos la impresión de no hacer mal a nadie.
¡Cuidado! Podemos desarrollar una curiosidad cada vez más grande y no entender ni aceptar las fronteras entre la vida pública y la vida privada de cualquiera, famoso o no.
LETTER
¡Nos gusta darnos una alegría!
Las revistas del corazón no son caras, son fáciles y rápidas de leer. Son la promesa de un pequeño momento de descanso sin comerse la cabeza. Se ojean agradablemente, en cualquier sitio, algo distraídos y no exigen una gran atención. Sin olvidar que no provocan ninguna ansiedad y que no nos recuerdan a cada momento lo que cuesta la vida, los conflictos en el mundo y otras miserias que nos apetece olvidar de vez en cuando.
¡Cuidado! No es la única prensa ni el reflejo de la vida. Frente al interés creciente de los lectores por la prensa rosa, la mayoría de los grandes periódicos conceden ahora un importante espacio a la vida de las estrellas, en detrimento, muy a menudo, de temas de fondo. Se corre el riesgo de rozar la sobredosis. ¡Demasiada prensa del corazón mata a la gente!