El arte urbano relacionado con la política surgió con la Primavera Árabe de 2011. La revuelta contra Hosni Mubarak propició que los mensajes contra el régimen se fueran haciendo cada vez más visibles, así como los dirigidos en homenaje a los muertos por la represión. A día de hoy, las expresiones en forma de grafitis siguen ocupando gran parte de los edificios de El Cairo, Copenhague y Ammán, gracias a la financiación del gobierno sueco y danés. Un movimiento que ha resurgido gracias al Sit al-hita, un colectivo formado por unos 60 grafiteros (compuesto por hombres y mujeres) que provienen de distintos puntos del mundo árabe y que cada año se unen para dar visibilidad al universo femenino al entorno público.
Dicho colectivo fue formado por la periodista y fotógrafa Mia Gröndahl, y la egipcio-canadiense Angie Balata, que tras una labor de investigación para su libro Revolution Graffiti: Street Art of the New Egypt, se dio cuenta que de 17.000 grafitis, solo 250 tenían presencia las mujeres. Los grafitis que se realizan durante estos encuentros tienen varios matices. Normalmente, se representan todo tipo de situaciones: desde mujeres amordazadas hasta mariposas de colores pero el único objetivo es que la mirada femenina ocupe aquellos espacios que en según que países les suelen ser negados y sobre todo cumplir con su meta que no es otra que éstos, no solo sean vistos por aquellas personas que visitan los edificios en cuestión sino que lleguen a todos los viandantes que pasean por la zona.
Algunos de los grafitis más representativos plasman imágenes como un corazón con alas y un candado que figura la represión a las que se ven sometidas las mujeres árabes y que lleva por lema "Desencadena tu pasión". Los símbolos también han cobrado una gran importancia y es que a través de conceptos siempre se cuenta una historia real como es el caso de Nur Qussini. Con dos sillas ha querido representar la sociedad jordana y la catarí: “Hablo a través de conceptos, pero lo hago sobre historias reales. Hablo, por ejemplo, de dos de mis amigas pegadas por sus maridos que no se pueden divorciar porque sería una vergüenza para sus familias. Por eso me gusta tanto pintar en la calle, porque no se trata solo de añadir belleza, sino también de lanzar un mensaje”, según declaraciones recogidas en el El País.
Una forma de lanzar mensajes al mundo para ayudar a esas mujeres que todavía hoy tienen que sufrir la represión de sus padres, hermanos, maridos... sin tener la libertad de tomar sus propias decisiones. Con este proyecto se intenta darles alas y el valor necesario para salir de esas oscuras tradiciones.
LETTER
Y además:
El trauma personal de los malos tratos: ¿cómo detectar que alguien los sufre?
Frases contra la violencia de género: cómo darte el valor para poner punto y final