Poco a poco el fotógrafo fue mostrando más interés por los retratos naturales en los que capta a todo tipo de clases sociales, desde trabajadores en una cafetería hasta el tatuador George Burchett. Fue de los primeros artistas en darle la misma importancia a retratos de hombres y de mujeres.
El resultado de su trabajo era siempre el mismo: unos primeros planos rigurosos y sin decorados de fondo. Sólo se centraba en lo que para él era lo más destacable de la persona retratada.
Publicó El libro de las bellas, en el que se recogen 32 retratos femeninos que ponen en duda el canon de belleza occidental, al equiparar grupos sociales y razas muy diferentes, como tahitianas muy pobres con ladies británicas. Esto resultó frívolo para algunos, ya que Hoppé le estaba dando más importancia a la belleza física que a la inteligencia de la mujer en un tiempo en el que las mujeres estaban en plena lucha por el derecho al voto femenino.
Hoppé rompió con los tabúes clasistas y racistas y buscó el ideal de belleza más allá del color y el dinero.
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La exposición estará hasta el próximo 20 de mayo en la Sala Azca de la Fundación Mapfre. Para más información consulta su página web.