Dentro del marco de Madrid Woman's Week, durante la primera jornada de la Semana Internacional de la Mujer tuvimos la oportunidad de conocer un poco más a fondo a una de las mejores escritoras de nuestro país, Almudena Grandres. Durante su intervención en la mesa de debate "¡Cómo ha cambiado el cuento!", Almudena se desnudó frente a los asistentes sincerándose al relatar cómo fueron sus inicios dentro del mundo de la literatura, por qué eligió la carrera que estudió, por qué comenzó a escribir, su opinión acerca de la literatura femenina... Muchas reflexiones en voz alta que quiso compartir con nosotros en primera persona. Descubre algunas de las anécdotas más divertidas de la escritora.
1. Qué quería ser de pequeña
"De pequeña quería ser azafata o enfermera que era lo que querían ser todas las niñas de mi edad. Eran las mujeres que trabajaban, que tenían una profesión y ganaban dinero. Pero yo siempre quise escribir porque desde pequeña lo que más me ha gustado en el mundo ha sido leer. Siempre digo: 'si me pagaran por leer, no escribiría'".
2. Por qué empezó a escribir
"Yo venía de una familia culta y nunca se me prohibió ni leer ni escribir. Era tan feliz leyendo las historias que escribían otros y viviendo las vidas de otros, que eran mucho más fascinantes y apasionantes que la mía, que para mí escribir fue como atravesar un espejo".
3. Qué estudió Almudena Grandes y ¿por qué?
"Uno de los motivos por los que soy escritora es porque me equivoqué de carrera. Yo quería estudiar Latín, (Lenguas Clásicas) y mi madre, por una extraña razón que supongo que corresponderá al destino, me dijo: 'No hagas Clásicas, haz una "carrera de chicas" como Geografía e Historia'. Y es que en esa época había "carreras de chicas" que se consideraban aquellas que eran de cultura más general con las que podías trabajar como secretaria, en una galería de arte, en El Corte Inglés... (bromea). Le hice caso y descubrí desde el primer momento que me gustaba mucho lo que estudiaba pero que me había equivocado porque yo no iba a ser profesora de historia o investigadora. La vida me ha puesto en mi sitio. Si no hubiera estudiado historia, los libros que estoy escribiendo ahora no los podría escribir igual porque no tendría el método o la relación que tengo con la histografía".
4. Cuál fue su primer trabajo
"Cuando acabé la carrera un amigo me llamó y me dijo que estaban buscando redactores en la editorial donde él trabajaba. Hice una prueba y me aceptaron. Desde entonces, empecé a trabajar escribiendo a destajo. Cobraba 800 pesetas por folio y escribía artículos para libros de fotografía y sobre todo, pies de fotos de libros de texto; escritos por autores valorados. Pero las editoriales, para ahorrarse el dinero de estos pies de foto (dinero que les costaría si los escribieran dichos autores), nos los daban a nosotros. Aquel trabajo mercenario me dio dos cosas fundamentales: disciplina y destreza, y me enseñó a familiarizarme con la escritura. Hacía un ejercicio de estilo permanente".
5. Cuándo se sintió realmente escritora
"Con Las edades de Lulú sentí que realmente había sido una hazaña acabarla porque realmente fue la primera novela que terminé, anteriormente había empezado muchas y ninguna la acabé. Pero sorprendentemente, cuando se publicó mucha gente decía: 'Bueno lo importante es ver la segunda porque total, una la escribe cualquiera'. Y yo decía: '¡Coño! Cualquiera no será si yo llevo 28 años intentando acabar una'. La gente no le daba ninguna importancia a la primera. Mi segundo libro, Te llamaré Viernes, tiene un exceso de estilo en cada línea porque sabía que estaban esperándola y que la crítica la iba a mirar con lupa. El exceso de estilo es un problema casi tan grande como la carencia de estilo. Por eso la frase de Tolstoi: 'Mejor limpio que brillante' es el evangelio para mí".
"Malena es un nombre de tango la escribí con cierta naturalidad y con la cierta sensación de que ya tenía derecho a escribir. Me permitió sentirme escritora, por dentro y por fuera, cuando la escribía y cuando se publicó".
"Cuando mi editor me comentó que se iba a reeditar Las edades de Lulú le dije que quería revisar la primera edición. En la editorial pensaron que le iba a quitar escenas eróticas, pero no era así. Lo que quería era quitar los adverbios acabados en "mente" que había escrito compulsivamente por defecto profesional. Y es que en mi época de escritora por encargo con tan solo una línea cobraba un folio entero y por eso tendía a añadir adverbios, para alargar las frases (ríe)".
6. Cuándo cambia por completo la vida de Almudena Grandes
Las edades de Lulú la escribí de cinco a ocho de la mañana en una época muy agobiante de mi vida. A las ocho levantaba a mi hijo de 4 años, lo llevaba al cole y yo me iba a trabajar. Reconozco que lo escribí también un poco a costa de Ediciones Anaya porque me lo llevaba en el bolso y cuando no tenía nada que hacer en el trabajo me ponía a escribir. Estaba muy afixiada económicamente (tenía una hipoteca que pagar) y mi vida era muy agobiante. Pero de repente todo cambió. Las edades de Lulú me regaló la vida que yo quería vivir y le estaré agradecida siempre".
7. Su escritora de referencia
"Ana María Matute ha sido un modelo permanente para mí. Tuve la suerte de conocerla, de presentarle libros míos... Me acuerdo que yo le decía: 'No sabes el honor que es para mí'. Y ella me contestaba: '¡Anda, anda!... Pídete un whisky que ya me lo bebo yo'".
8. El libro más impactante
Uno de los libros que más me ha impresionado leer fue Dos cuentos maravillosos de Carmen Martín Gaite, por su dedicatoria. En ella decía: 'Este libro se lo dedico a los hijos de las mujeres de mi generación con la esperanza de que entiendan mejor a sus madres". Cuando yo leí el libro mi madre había muerto. Mi madre murió cuando yo tenía 22 años y no tuve tiempo de reconciliarme con ella. El impacto de aquel libro y lo que yo lloré con él hizo que se convirtiera en uno de los más importantes para mí."
9. Cómo son las mujeres de las que escribe en sus obras
"Mis primeros 5 libros configuran un cliclo de literatura muy testimonial porque en esos libros yo me miraba al ombligo. Escribía sobre conflictos de identidad en personas, básicamente mujeres de mi edad, de mi generación, en mi país y en mi ciudad. Un panorama que exploré desde todos los ángulos posibles. El sentido es que pienso que mi generación fue especial -yo nací en 1960- porque tuve la suerte de ser adolescente, en una ciudad adolescente y en un país adolescente. Esa perspectiva marca mucho mis primeros libros por algunas características muy particulares: el pecado había sido el pan de cada día, el pecado y el delito eran lo mismo...".
"En esa generación las mujeres éramos más interesantes que los hombres porque cuando tenía 20 años, mientras las madres de las mujeres de nuestra edad de los países vecinos habían estado quemando sujetadores, las nuestras vivían en el siglo XIX y con el código penal de 1851. Las mujeres no podían tener capitales, cuentas en el banco... El adulterio en el caso de las mujeres era un delito y en el de los hombres, se pagaba una multa y ya está".
"Nosotras no tuvimos modelos en la sociedad y yo no me reconocía en mi madre como modelo. No conozco a ninguna mujer de mi generación que se haya llevado bien con su madre porque para nosotras estar en el mundo era romper vínculos con todo. Por eso, los modelos de mujer que yo propongo son 'modelos de mujeres perplejas' e incluso, desorientadas o desnortadas. Malena es un ejemplo de ello y yo siempre escribo desde la perspectiva de la falta de reconciliación."
10. Literatura femenina, ¿sí o no?
"Yo empecé a tener lectores hombres a partir de El corazón helado porque descubrí que la memoria le interesa más a los hombres que a las mujeres. Una de las cosas más sorprendentes que me ha pasado en la vida es cuando en una Feria del Libro un chico me dijo: "No te voy a comprar un libro porque ya lo tengo pero te voy a contar una cosa que te va a gustar. Mi mujer se leyó El corazón helado y le gustó mucho. Yo me lo leí porque me gustaba la novela histórica y al final lo que más me enganchó fue la historia de amor". Tenía que haber salido de la caseta y haberle dado dos besos porque esto confirma que escribo para lectores inteligentes".
"A mí no me ofende que se hable de literatura femenina pero el problema es que no se hable de literatura masculina porque se asume que el canon es masculino. Se habla de literatura femenina como un subgénero y eso no lo acepto. La gran conquista de las mujeres en en mundo de la literatura ha sido la conquista de una mirada propia porque las mujeres han escrito siempre".
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