La historia de Diana es tan sorprendente como emocionante y es que el destino que siempre es caprichoso quiso que se reencontrara de nuevo con su padre, pero en unas circunstancias algo especiales. Diana Kim se crió en la isla de Maui junto a su familia. Su padre era fotógrafo y de ahí que desde niña siempre le picara el gusanillo de coger una cámara de fotos y aprender a manejarla. Al tiempo sus padres se divorciaron lo que le hizo ir perdiendo poco a poco el contacto con su padre, y es que desde entonces Diana comenzó a vivir con diferentes amigos y parientes.
© dianakimphotography.com
En 2003, ya como fotógrafa profesional, comienza un interesante proyecto que le lleva a retratar a indigentes (a largo plazo) que se encuentran por la calle pero cuál fue su sorpresa cuando hace 3 años, en Honolulu, se topó con uno muy especial: su padre. Encontró a un hombre derrotado y avasallado por una enfermedad, esquizofrenia severa, que al no estar tratada le llevaba a tener una vida incontrolable. “Había noches en las que no lo encontraba,” contaba Kim a NBC News. “Y otros días cuando menos lo esperaba, estaba ahí, en la esquina de una calle. Sufría de esquizofrenia severa, y al no tratarse, no siempre actuaba receptivamente. Había muchas veces que aparecía y aparentaba estar discutiendo con alguien, pero no había nadie.”
Diana comenzó a llevarle comida asiduamente e intentó convencerle para comenzar un tratamiento pero no fue hasta 2014, que su padre sufría un ataque al corazón, cuando aceptó por fin ser tratado.
A día de hoy, el papá de Kim sigue tomando sus medicinas y se encuentra buscando un trabajo e incluso ha planeado ir a visitar a su familia en Corea del Sur. Kim no ha parado de ayudarle en todo momento: “Le di a mi padre mi vieja cámara, esperando que volviera a despertar su interés en la fotografía y le diera algo por lo que seguir adelante. Quiero que se quede en un buen sitio (...) Después de unos pocos meses, se encontraba bastante mejor. “Fue bueno verle tan sano, tan digno de nuevo”. Sin duda, una historia preciosa que nos hace valorar mucho más la vida: “La vida misma es un regalo. Estoy muy agradecida de verle vivo y mejor. Aprecio mucho lo que tenemos aquí y ahora”, añade Diana.
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