Contenido elaborado por Dafne Cataluña, psicólogo en el IEPP
En estos días, lo habitual es que la mayoría de nosotros tengamos en mente, si no lo estamos haciendo ya, preparar algún disfraz oscuro y de miedo para alguna fiesta de Halloween, tener listos caramelos y golosinas para ofrecer a los más pequeños por si se acercan y tocan el timbre de nuestra puerta, hacer una visita con flores al cementerio para pasar un rato cerca de algún familiar que allí descanse, elaborar y comprar buñuelos de viento y huesos de Santo… son actos y costumbres habituales que llevamos a cabo en España cada año cuando llega el día festivo de Todos los Santos, el primero de Noviembre.
Con tanto estímulo relacionado con la muerte, los espíritus, los fantasmas, las almas y esa parte tenebrosa y espiritual que en otras épocas del año no está tan visible, es inevitable que nuestros hijos sientan curiosidad, quieran saber y se interesen por ello, si no lo han hecho antes, y nos hagan preguntas muy directas acerca de la muerte: “¿qué pasa cuando alguien se muere?”, “¿me dolerá cuando me muera?”, “¿por qué nos morimos?”, “¿todos vamos a morirnos?”…
En el IEPP, nuestros psicólogos expertos acompañan a muchos padres y a muchas familias en procesos de duelo que necesitan apoyo y pautas para trabajar esto con los más pequeños de la casa, haciendo que su bienestar emocional se vea lo menos afectado posible. A continuación te voy a dejar 7 claves que te ayudarán a dar una respuesta adecuada a tu hijo cuando llegue ese momento, evitando la incomodidad que suele provocar.
1. La muerte no es un tema tabú
Lo primero que tenemos que hacer nosotros (los adultos) es aceptar la muerte, acogerla y darle un espacio y un hueco en nuestra forma de vida para que cuando llegue el momento de hablar de ella estemos preparados y no genere ansiedad. La muerte es parte de la vida, es lo único que sabemos que realmente pasará, antes o después, así que nada bueno nos va a aportar esconderla, taparla, bloquearla y evitarla. Todos vamos a morir, así que cuánto antes lo asimilemos, mucho mejor.
2. No mentir nunca
Es muy importante no mentir, ni engañar nunca a nuestros hijos. Si te cuesta contestar algo porque de verdad no lo sabes o porque no te apetece darle respuesta en ese momento, lo más recomendable y beneficioso para ambos siempre es decir que no lo sabemos, antes que mentir. Piensa que cuando mientes a tu hijo, corres el riesgo de generar desconfianza cuando se entere finalmente de la verdad y de que aprenda a utilizar la mentira como estrategia habitual para su día a día.
3. Utilizar la metáfora
El objetivo final es que el niño o niña entienda en su nivel madurativo lo que significa la muerte. Dependiendo de la edad puede ayudarte utilizar un cuento o una metáfora que exprese los contenidos, las ideas o los valores que le quieres transmitir. Como habrás leído muchas veces, cada niñ@ es un mundo, por esta razón te animamos a adaptar el cómo lo cuentas y utilizar recursos que ya te hayan servido para explicar otras cosas, como tener otro hermano o qué hacer cuando hay una discusión con un compañero, que seguro que ya habrás utilizado y que el resultado para ti ha sido adecuado.
4. Ser claro, breve y conciso
No hace falta explicar un montón de cosas, ni mucho menos ser escabroso, ni dar todo tipo de detalles y datos que no sean imprescindibles y que no aporten nada nuevo al mensaje principal. Podemos dar una respuesta rápida y breve, sin necesidad de sentarnos a filosofar. La precisión nos va a ayudar, y es que la mente de los niños piensa y razona en términos concretos.
5. Utilizar un lenguaje adaptado a la edad del niño
Es fundamental dar una respuesta con un lenguaje adaptado a la edad del niño. Lo más habitual es que los niños menores de 3 años no se preocupen por la muerte a menos que lo hayan visto por la televisión o lo hayan experimentado muy de cerca.
A partir de los 3 años pueden sentir algo de curiosidad, pero no será hasta los 6 años cuando de verdad puedan comprender la experiencia de la muerte y sus consecuencias absolutas y definitivas. A partir de los 10 años el niño ya comprende perfectamente lo que ha ocurrido, de hecho puede ir a ver a un enfermo, a una ceremonia de despedida o incluso a un cementerio a llevar flores, siempre y cuando la familia le explique por qué se hace eso.
6. Hablar con naturalidad
Hablar de la muerte y de todo lo que ella conlleva de una manera natural es lo más recomendable. Habla de la muerte de la misma forma que sueles hacerlo de otros temas como el amor o la amistad.
7. No ocultes tus emociones
Emocionarse no es malo, justo todo lo contrario. Así que si al contestar o al hablar con tu hijo sobre la muerte te emocionas porque te acuerdas de alguien o porque te pones triste y te apetece llorar, hazlo, es bueno que tu hijo lo vea y sea partícipe de ello. De esta forma los niños también aprenderán que expresar las emociones es lo que hay que hacer.
Si tienes una conversación de este tipo pendiente con tu hijo o preguntas que esperan ser contestadas, no tengas miedo, deja de posponer el momento, lleva estos tips a la práctica y ya verás cómo es mucho más fácil de lo que a priori pensabas.
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