LETTER
‘’Ésta es la historia del niño hada, el niño que ha venido a enseñarnos que el lenguaje del amor no entiende de palabras ni de idiomas, que existen otras formas de ver y percibir el mundo, que a menudo hay que soltar el control de las cosas para dejarlas ser, a su manera, y abrazarlas así, del modo que nos han sido dadas, agradecidas, y solo entonces descubrir el regalo que envuelven. Porque él no me eligió por casualidad’’.
Leyendo las palabras de Raquel sobre su hijo Leo, es casi imposible aguantar las lagrimillas, que no se te abra el alma de amor en mil pedazos y que no te entren unas ganas locas de ir corriendo a abrazar a tu retoño, ese que te espera cada día en casa con los brazos abiertos y por el que darías tu vida una y mil veces sin pestañear. Y es que la maternidad es precisamente eso, morir de amor cada día y aun así querer vivirlo todo de esa pequeña creación que es solo tuya. ¡Qué difícil es ser madre, pero qué bonito al mismo tiempo! Suena a topicazo, pero las que tenéis la enorme suerte de compartir vuestra vida con uno de estos pequeños torbellinos de emociones, sabréis lo complicado que puede resultar a veces.
Las noches sin dormir, las pataletas, los berrinches, pero también las risas a montones, las aventuras diarias y el crecimiento mutuo que te da la seguridad de que pase lo que pase, esa personita te querrá siempre de forma incondicional. Para Raquel, como para tantas madres que se enfrentan al diagnóstico de su hijo con TEA (trastorno del espectro autista), el mundo cambia por completo, la vida pasa a cobrar otro sentido, el camino que esperabas trazar con ese bebé del que te enamoraste perdidamente simplemente con ver la rayita rosa en el test de embarazo, cambia por completo en cuestión de segundos y, ¿sabéis que? ¡Que no pasa nada! Los avances en medicina y psicología y la suerte de tener una familia que le aceptará y apoyará pase lo que pase es una garantía suficiente para saber que su felicidad nunca correrá peligro. Gracias Raquel por recordárnoslo.
Alguien dijo una vez, y ese alguien es el gran poeta y cantante Luis Ramiro: ‘’No admitas que te amarre quien te quiera: qué tóxica es la mano que te abraza poniendo alrededor una frontera. La vida, corazón, se nada a braza: tú lánzate al mar como una fiera y arráncate sin miedo la coraza’’. Pues resulta que, había una vez una chica que soñaba con la familia perfecta, la casa perfecta y todas esas cosas tan maravillosas y aburridas que aparecen solo en las películas y cansada de tanto aburrimiento quiso hacer del poema una bella realidad; esa chica era Raquel del Rosario, aquella jovenzuela que nos conquistó con la dulzura de su voz y unas canciones que todavía hoy, seguimos escuchando en cada fiesta entre amigas. Y nosotras hoy, que también somos madres valientes como ella, de esas que se esfuerzan cada día en dibujar una sonrisa en el rostro de sus hijos y de las que se quedan media hora en la puerta de la guardería intentando descifrar si es ‘’el suyo’’ el que llora, le decimos a la mamá del ‘’niño hada’’ que sí, que su post nos ha hecho llorar ojos de cielo, pero para bien, de esas lágrimas dulces que saben a vida, futuro y esperanza, que todas nosotras seguimos siendo ‘’un libro sin argumento’’ cuando hablamos de nuestros eternos bebés, porque son los únicos que nos rompen todos los esquemas; que como Leo, 1 de cada 8 niños en España se pierde a menudo ‘’entre sus sueños’’ y ojalá el mundo entero tuviese la oportunidad de ver el mundo que dibujan sus brillantes mentes y que, ‘’asustadas y decididas’’, pero ‘’tan reales como la vida’’ buscan su huequito en un lugar en el que, con solo un poco de esfuerzo, os aseguramos que hay espacio de sobra para todos.
Qué bonita la vida y qué curiosa, que echando la vista atrás y volviendo a cantar las canciones de El sueño de Morfeo, nos hemos dado cuenta de que, gracias a Leo y Mael, Raquel ya nunca va como perro sin su dueño, como barco sin un mar, como alma sin su cuerpo. Un hijo te deja la puerta abierta a un millón de dudas, un cajón lleno de miedos y una enciclopedia entera de preguntas sin resolver, claro que, también te enseña el idioma del amor, el lenguaje de los abrazos y la seguridad de que, al llegar la noche, siempre tendrás el beso de buenas noches más sincero del mundo. Nos hacen infinitamente mejores, nos dan lecciones de superación cada día y nos enseñan que la libertad de poder ser como somos es el regalo más bonito que nos puede dar una madre. Nos vamos a tomar una tila, escribir este artículo ha sido más intenso y emocionante que aquel capítulo de Los Serrano en el que Eva moría de celos al ver a Marcos compartir escenario con Raquel del Rosario al ritmo de su ‘’1 más 1 son 7’’. No sabemos si al final le salieron las cuentas a Fran Perea, lo que sí sabemos es que, en su faceta como madre, Raquel ya suma un millón.